La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y tiene funciones secretoras, metabólicas y perceptivas, así como una función protectora frente a los factores del mundo exterior [9]. Es un órgano complejo y dinámico, que comprende muchas capas y apéndices de la piel. La epidermis es la parte más externa que protege contra la pérdida de fluidos corporales y la entrada de toxinas, microorganismos e irritantes en el organismo. Es la primera línea de respuesta inmunitaria y también protege contra los efectos nocivos de la radiación ultravioleta.
La dermis subyacente es una barrera mecánica y un lugar para los folículos pilosos y las glándulas sebáceas [3,9]. La estructura de la piel del recién nacido y del niño pequeño difiere de la del adulto. Es más fina, flácida, tiene menos fibras de colágeno y elastina, una red más extensa de vasos sanguíneos y las glándulas sebáceas y sudoríparas aún no funcionan plenamente [9]. Estas diferencias anatómicas y funcionales hacen que la piel del niño pequeño sea muy sensible, propensa a la irritación, propensa a la sequedad, más permeable a los factores externos, menos capaz de defenderse de los microorganismos y, en consecuencia, con mayor riesgo de sufrir daños y desarrollar reacciones inflamatorias agudas o crónicas [9]. Según el factor etiológico y el patomecanismo, existen tres categorías básicas: dermatitis de contacto, infecciosa y alérgica [3,10,14].
La dermatitis de contacto causada por irritación, o dermatitis del pañal, es una de las afecciones más comunes en lactantes y niños pequeños. Se trata de una afección inflamatoria causada por el contacto de la piel con agentes irritantes: químicos (amoniaco, ureasa, ácidos contenidos en la orina y las heces), físicos (humedad, temperatura elevada), mecánicos (pañales ajustados, que rozan, calzoncillos), a menudo en combinación con cuidados inadecuados [2,3,5,6,9,10,12,13]. La localización de las lesiones corresponde a las zonas de adherencia pañal-piel y suele ocupar la zona anal, los genitales, las nalgas, el bajo vientre, la superficie interna de los muslos con zonas vacías en la ingle. La gravedad de las lesiones depende de la concentración del irritante y de la duración de la exposición. La zona del pañal es especialmente propensa a la aparición de lesiones inflamatorias debido a la presencia en estas zonas de residuos fecales, orina, lo que, combinado con el uso generalizado de pañales que actúan como vendaje oclusivo, aumenta el efecto irritante de las sustancias mencionadas [3,5,6,7,10,12,13,14]. El amoníaco formado por la orina bajo la influencia de las bacterias se consideraba el principal factor etiológico. Hoy en día, se insiste en que el principal elemento que daña la continuidad de la piel son los residuos fecales con los ácidos que contienen, y una vez dañada, la piel se vuelve más susceptible a otros irritantes como los detergentes de la ropa, los alérgenos que contienen los pañales o los cosméticos infantiles.
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Las negligencias higiénicas, los cambios de pañal apretados y demasiado infrecuentes y las infecciones desempeñan un papel importante [3,7,12]. La inflamación suele producirse en niños sobrecalentados, en estaciones cálidas, con un cuidado inadecuado de la piel en la zona del pañal [9]. La diarrea causada por una infección o como complicación de la terapia antibiótica suele provocar una inflamación aguda resistente al tratamiento. La dermatitis alérgica de contacto es el resultado de una respuesta inmunitaria a alérgenos presentes en pañales, cosméticos, productos de limpieza y afecta a niños con atopia [10,14].