Tras el esbozo de mi futuro (y el esbozo era muy general, por lo que puede interpretarse de forma muy diferente), pensé: ¿qué me deparaba en realidad? Me di cuenta de que el mayor peligro de predecir el futuro es jugar con el propio destino. Al fin y al cabo, ahora una persona sólo tiene dos caminos: o hará todo lo posible para evitar los hechos predichos, o se esforzará para que las predicciones se hagan realidad. En cualquiera de los dos casos, interferirá en su destino, y de forma equivocada. La cuestión es si usted cree que algo rige nuestro destino. Puede ser el destino, la suerte, el karma o Dios. Si creemos en alguno de ellos, ¿deberíamos intervenir en nuestro destino?

Por otro lado, la visión de un futuro conocible, en el que ya no nos sorprenderán más accidentes, parece tentadora. ¿Sólo que entonces la vida sería más interesante? Sinceramente, lo dudo. Uno no sabe lo que está y lo que no está escrito en las estrellas. También hay que recordar que un horóscopo no es lo mismo que una adivinación. Todo depende de la filosofía de vida de cada uno: si alguien nos ha escrito en las estrellas o si nuestra existencia es una tabula rasa que sólo nosotros podemos escribir. ¿O existe otro resultado posible? Esto ya es asunto nuestro individual y de toda la vida. Lo esencial es que una persona tiene que creer en algo, porque como cantaron una vez Es difícil no creer en nada.