La colposcopia es una de las pruebas complementarias al diagnóstico de las lesiones cancerosas del cuello uterino, la vagina y la vulva. Se realiza con mayor frecuencia en caso de un resultado citológico anormal, que es el primer paso en el diagnóstico del cáncer de cuello uterino. Las numerosas posibilidades que ofrece este examen hacen que sea cada vez más popular.
Curso del examen colposcópico del cuello uterino
La paciente se coloca en una silla en posición ginecológica durante la visita al consultorio. Tras introducir el espéculo, el médico observa el cuello uterino, evaluando su color, superficie, contornos y el borde de la zona de transformación. A continuación, introduce en la vagina un espéculo especial provisto de un sistema óptico y, tras lavar el cuello uterino con líquido fisiológico para eliminar las secreciones y el moco cervical, lo observa. Dependiendo de la técnica utilizada, aplica un tampón con ácido acético o líquido de Lugol en el cuello uterino y lo vuelve a visualizar.
El examen de colposcopia no requiere anestesia, por lo que no es necesaria la hospitalización. Es completamente indoloro y el resultado se obtiene en sólo unos minutos. Puede realizarse repetidamente y es totalmente inocuo para el organismo, por lo que también puede realizarse en mujeres embarazadas.
Los resultados más fiables se obtienen en las mujeres durante el periodo de actividad sexual. Tras la menopausia, la zona de unión epitelial se adentra en el canal cervical, lo que dificulta su visualización en el examen colposcópico. Debido a este proceso, para reducir el riesgo de resultados falsos, es necesario que las mujeres menopáusicas se sometan a un tratamiento local adecuado con estrógenos unos días antes del examen.
Para obtener una imagen correcta de la colposcopia , ésta no debe realizarse durante el sangrado menstrual. Varios días antes de la intervención, las pacientes deben abstenerse de mantener relaciones sexuales, de exámenes ginecológicos y de irrigaciones vaginales.
Según las encuestas, aproximadamente un tercio de las mujeres polacas nunca se han sometido a un examen citológico. Las posibilidades que ofrecen los métodos actuales de detección precoz de cambios cancerosos y la disponibilidad y promoción de numerosos programas profilácticos deberían animar a las mujeres a aprovechar estas oportunidades y a cumplir con las visitas de control a las consultas ginecológicas.
