La colposcopia es una de las pruebas complementarias al diagnóstico de las lesiones cancerosas del cuello uterino, la vagina y la vulva. Se realiza con mayor frecuencia en caso de un resultado citológico anormal, que es el primer paso en el diagnóstico del cáncer de cuello uterino. Las numerosas posibilidades que ofrece este examen hacen que sea cada vez más popular.
La colposcopia como prueba diagnóstica valiosa
La colposcopia es uno de los métodos endoscópicos utilizados en el diagnóstico ginecológico. Se realiza con mayor frecuencia en caso de un resultado anormal de un examen citológico, pero la colposcopia también puede estar indicada si se observan lesiones sospechosas en la parte vaginal del cuello uterino durante un examen ginecológico con espéculo o si se observa una secreción persistente o picor en la vulva.
La colposcopia consiste en observar, bajo una luz adecuada, con un instrumento óptico que permite un gran aumento (de 4 a 40 veces), una imagen de la zona examinada. La precisión adecuada del examen se garantiza con un aumento de 10 a 20 veces. Para hacer más visibles las células lesionales durante el examen colposcópico se utilizan simultáneamente diversas técnicas bioquímicas. Éstas implican el uso de ácido acético o líquido de Lugol que, al reaccionar en color con las células anormales, permiten una visualización y localización más fáciles.
Para evaluar las lesiones vulvares, los mejores resultados se obtienen con la fluorocolposcopia, que utiliza el fenómeno de la fluorescencia celular bajo la influencia del fotooxidante aplicado y la luz láser.
Durante muchos años, la colposcopia fue un examen infravalorado, pero con el paso del tiempo y los avances en muchos campos científicos, que se han traducido en la introducción y difusión de nuevas técnicas láser en medicina, se observa un claro retorno a este método, conocido desde los años 20, para el diagnóstico precoz de lesiones en el disco de la parte vaginal del cuello uterino, en la parte inferior de su canal y en la vagina y la vulva.
El examen colposcópico permite:
- Recogida de un frotis cervical para examen citológico, para detectar la presencia de VPH o Chlamydia trachomatis.
- Detección de lesiones preneoplásicas y microinvasiones.
- Visualización de lesiones como pólipos mucosos, lesiones de origen vírico como condilomas.
- Obtención de material tisular para el examen histopatológico mediante biopsia dirigida de las zonas más sospechosas.
- Evaluar la estructura espacial del epitelio, su color, disposición y transparencia, así como el patrón de los vasos sanguíneos.
- Proporcionar información sobre la etiología y la dinámica de las lesiones en el cuello uterino, la vagina o la vulva.
- Visualizar la topografía y evaluar la morfología de las lesiones.
- Determinar el tipo y el alcance del tratamiento cuando se visualizan las lesiones.
- Controlar los efectos terapéuticos.
La parte vaginal del cuello uterino está cubierta por un epitelio escamoso multicapa, mientras que el interior de su canal está revestido por un epitelio cilíndrico. La zona de unión entre estos dos epitelios es donde suelen comenzar las lesiones atípicas.
Por lo tanto, en el examen colposcópico, la visualización de esta zona reviste especial importancia. La capacidad de visualizar, diferenciar y localizar con precisión incluso las lesiones más pequeñas es importante para establecer y llevar a cabo un seguimiento adecuado de las mujeres con riesgo de sufrir patologías cervicales, vaginales y vulvares, y también es útil para decidir un diagnóstico o una terapia posteriores en caso de detectar anomalías de naturaleza preneoplásica o neoplásica.
En muchos casos, la verificación colposcópica del resultado citológico permite abandonar la terapia radical en favor de una terapia ahorradora, lo que es importante en el caso de las mujeres jóvenes durante el periodo de procreación.