Este artículo presenta los riesgos alimentarios más comunes. Describe los alimentos que contienen sustancias cuya cantidad excesiva en el organismo puede repercutir negativamente en el curso del embarazo y en la salud de la madre y el feto. También proporciona información sobre cómo reducir el riesgo de sufrir daños a causa de estos alimentos.
A la hora de seguir una dieta adecuada durante el embarazo, que es muy importante para el buen desarrollo de la gestación y la salud del bebé, debe prestarse especial atención no sólo a lo que se come, sino también en qué cantidades. Hay muchos productos cuyo consumo, sobre todo en cantidades excesivas, puede poner en grave peligro la seguridad tanto de la madre como del feto. No cabe duda de que los alimentos más valiosos son los que son lo más naturales y lo menos procesados posible. Hay muy poca fruta y verdura en nuestra dieta, que aportan muchas vitaminas y oligoelementos, y demasiados alimentos altamente procesados, que pierden gran parte de su valor nutritivo durante el procesado.
Unos hábitos alimentarios poco saludables pueden tener un efecto muy perjudicial sobre el embarazo y el futuro bebé. El más peligroso es el consumo de cantidades excesivas de alimentos. Una mujer embarazada cuyas comidas contengan incluso los alimentos más sanos no podrá mantener una dieta adecuada si consume cantidades excesivas. Este comportamiento no sólo provocará un aumento excesivo de peso, sino que puede conllevar otras dolencias o complicaciones asociadas como obesidad, hipertensión y edemas, diabetes y otras. No es necesario renunciar a ningún producto durante el embarazo, pero cierto grupo de productos deben estar bajo estricta supervisión.
No se recomienda su consumo durante el embarazo:
- Alimentos procesados,
- alimentos que contengan cantidades excesivas de sal y especias,
- alimentos conocidos como "comida rápida" (hamburguesas, perritos calientes),
- productos que contengan conservantes, colorantes y aromas artificiales,
- carne cruda, poco hecha o poco cocida,
- quesos blandos y enmohecidos,
- pescado y marisco crudos,
- huevos crudos y leche sin pasteurizar,
- cantidades excesivas de azúcares simples,
- alimentos pesados y grasos,
- pescado de procedencia desconocida,
- platos precocinados y productos de charcutería,
- café y té fuertes,
- alcohol y bebidas alcohólicas.