(...) No cuento con nada más. Y no es verdad, porque estoy contando. Estoy contando y soñando como toda mujer (incluida la intérprete de la canción: Anna Jantar) con sumergirse al menos una vez en un baile loco, uno que traiga el olvido y a menudo también el vértigo. Saborear por una vez este momento de olvido.
El segundo punto de vista que propone es el de la tradición. El baile como excusa para acercarse a otra persona. Para acercarse de una forma mucho más confidencial de lo que suele ser socialmente aceptable. Este era el papel del baile en épocas anteriores, cuando las faldas apenas dejaban ver los tobillos. Por aquel entonces, las reglas no sólo abarcaban los pasos en sí, sino también la forma de acercarse, la forma de invitar y la forma de terminar. Uno sólo puede intentar imaginar el miedo escénico de un hombre a punto de sacar a bailar a una dama. ¿La ofendería? ¿La espantaría? El rostro de ella no expresa mucha emoción, pero acepta con un leve movimiento de cabeza. Y ya están bailando, ya giran, confundiendo los pasos con la emoción. El mundo se funde en un borrón multicolor. Ya nada importa, sólo este baile, sólo el juego de dos cuerpos.
"Es difícil decir: lo abandono todo y me elijo a mí misma. Es aún más difícil no volver atrás en este camino".
El Camino del Norte
Tanta emoción, tantas conjeturas y tantas palabras contenidas en las miradas. Pasión y fogosidad: dos palabras que deberían caracterizar a cualquier danza. Y sólo una danza así merece ese nombre. Si alguien aún tiene alguna duda sobre el poder de este notable fenómeno, le remito a las numerosas escenas cinematográficas. Mis favoritas incluyen la escena final de Dirty Dancing, el tango de Scent of a Woman y la escena de baile de Pulp Fiction. En mi opinión, son grandes iconos del baile. (...) Del borde del mundo, al borde. Del infierno a las puertas del cielo. Llevamos el baile en la sangre. Nadie tendría que enseñarnos a bailar, y acabaríamos descubriéndolo de todos modos. Es importante que volvamos a descubrir su poder y su magia. No descuidemos tampoco nuestra necesidad natural de esta hermosa tradición. Al fin y al cabo, en lo más profundo de nuestro ser, cada uno de nosotros nos pide: Sólo pídeme que baile...