(...) No cuento con nada más. Y no es verdad, porque estoy contando. Estoy contando y soñando como toda mujer (incluida la intérprete de la canción: Anna Jantar) con sumergirse al menos una vez en un baile loco, uno que traiga el olvido y a menudo también el vértigo. Saborear por una vez este momento de olvido.
La danza es una parte muy importante de cualquier cultura. Existente desde la noche de los tiempos, ha dividido y unido a los pueblos. A veces ha incluido plegarias transmitidas desde el valle de lágrimas al mundo de los dioses. Hoy en día, también se rinde culto a la danza. Encienda la televisión, por ejemplo, y encontrará programas de danza, películas de danza, canales especiales de música centrados en la danza. En la prensa encontramos llamativos anuncios que nos invitan a cursos de danza.
Pocos, sin embargo, recuerdan lo que es la danza en sí. Y la danza en sí puede entenderse de muchas maneras. La primera -la más sencilla- es ejecutar una secuencia de pasos, movimientos y gestos, con la mayor precisión posible, con la mayor pasión posible. Y con razón. Sin embargo, yo animo a adoptar un punto de vista diferente. En primer lugar, la danza puede entenderse como una expresión de alegría. Para entender esto, es necesario olvidarse de las convenciones, de las reglas y de que alguien nos observe. Aunque nuestra danza deba ser quietud, lo más importante es ser sinceros.
Es agradable mirar a un hombre completamente perdido en la danza. Por un momento, la falta de contacto demostrada con el exterior parece un poco ridícula, pero luego sabemos que esa persona está en algún "mundo" indeterminado y mejor. Podría decirse que es un mundo sin problemas, sin resentimiento y sin todo aquello con lo que luchamos a diario.
