La quimioterapia suele ser un largo proceso de tratamiento. Tiene un final planificado y anhelado, pero no olvidemos tampoco el principio, que cambia nuestras vidas y nuestros horarios diarios de forma tan significativa.
¿Cómo se prepara?
La quimioterapia supone un enorme estrés, tanto para el cuerpo como para la psique. Además, aquí no se aplica necesariamente la regla empírica: cuanto más lejos, más fácil. No es obvio que cada ciclo posterior vaya a ser más fácil. No obstante, el primer contacto con la quimioterapia merece sin duda una atención especial, ya que siempre es un gran desconocido y la propia terapia un adversario que parece difícil de combatir. El primer paso para someterse con éxito a la quimioterapia es un alto grado de concienciación sobre qué es este tipo de tratamiento y cuál es su finalidad. Esto está indisolublemente ligado a la actitud mental hacia el tratamiento.
Porque la quimioterapia no es nuestra enemiga. Sí, es cierto que es una especie de arma de doble filo: destruye el cáncer, pero también destruye las células sanas. Nos hace sentir realmente escabrosos. Sin embargo, es importante recordar que esta terapia está diseñada para destruir las células cancerosas, no a nosotros mismos. ¿Y los efectos secundarios? Parece que se puede sobrevivir a todo, siempre que el objetivo merezca la pena.
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Recopilación de información
Una vez que sabemos por qué necesitamos quimioterapia y la tratamos como nuestra aliada y no como nuestra enemiga, es importante pasar al siguiente paso, que consiste en reunir más información sobre el tratamiento previsto para nosotros. ¿Qué citostáticos vamos a recibir? ¿Cuáles son sus posibles efectos secundarios? ¿Cómo pueden combatirse o prevenirse? ¿A qué intervalos y cada cuántos días recibiremos quimioterapia? Lo mejor es hacer una lista de todas las preguntas que nos preocupan.