La diabetes de tipo 2 es una enfermedad que se desarrolla silenciosamente a lo largo de muchos años sin producir ningún síntoma evidente. Afortunadamente, en el caso de la diabetes de tipo 1, los síntomas suelen aparecer con bastante rapidez y son tan pronunciados que resulta difícil pasarlos por alto. Esto no cambia el hecho de que es esencial diagnosticar la enfermedad rápidamente para poder aplicar el tratamiento adecuado. Esto es especialmente importante porque las complicaciones potenciales de la enfermedad son extremadamente peligrosas. Sobre todo en la adolescencia y la edad adulta, que es cuando la incidencia de la diabetes tipo 1 alcanza su punto máximo.
El curso de la diabetes tipo 1: ¿cómo se manifiesta?
La diabetes de tipo 1 (diabetes mellitus insulinodependiente) es una enfermedad que puede desarrollarse hasta varios años antes de empezar a mostrar sus primeros síntomas. Afortunadamente para los enfermos, la mayor amenaza para su salud y su vida se produce cuando la diabetes empieza a presentar su cuadro clínico típico. En el curso natural, podemos distinguir cuatro etapas (fases) básicas de la enfermedad:
- Fase preclínica : se trata de una fase completamente asintomática. El organismo comienza a producir anticuerpos que atacan y destruyen las células beta de las islas pancreáticas. Se produce una lenta reducción de la facultad insulínica, pero las reservas celulares son tan grandes que no se observa una deficiencia general de la hormona y los niveles de glucosa en sangre oscilan dentro de los límites normales. La fase preclínica puede durar desde unas semanas hasta varios años. El único método para diagnosticar la diabetes en esta fase es realizar pruebas inmunológicas que demuestren la presencia de anticuerpos específicos contra los antígenos de los islotes pancreáticos. El diagnóstico de la enfermedad también puede sugerirlo una reducción de la secreción de insulina en el examen tras la administración intravenosa de glucosa.
- Revelación de la diabetes: se trata de un momento clave en el curso de la enfermedad. Un niño previamente sano comienza a manifestar los primeros síntomas. Suele comenzar con un ligero deterioro del estado de ánimo. El niño puede parecer mareado. El apetito empeora. El joven paciente evita comer, pero empieza a beber grandes cantidades de agua. Esto se conoce como polidipsia, o aumento de la sed. ¡Algunos pacientes llegan a beber de 5 a 10 litros de agua al día! También se observa poliuria. Como consecuencia del gran volumen de líquidos, aumenta la tasa de filtración glomerular y, además, se produce la llamada diuresis osmótica: el riñón, sobrecargado de glucosa, es incapaz de ahorrar glucosa, que "arrastra" agua con ella. Un síntoma muy preocupante es también la pérdida de peso o un peso estable en niños en crecimiento. Además, pueden aparecer: alteraciones visuales, infecciones fúngicas, sobre todo de la zona genital, infecciones cutáneas.
- Remisión parcial: esta etapa suele denominarse "periodo de luna de miel". Tras la aparición de la diabetes, cuando el nivel de insulina segregada por el páncreas es muy bajo, las células beta recuperan parte de su capacidad de producción. Los niveles de insulina comienzan a aumentar y la necesidad de insulina en forma de medicación empieza a disminuir. Este periodo suele producirse en las primeras semanas de iniciar el tratamiento de la diabetes con insulina exógena (es decir, administrada en forma de medicamento). Por desgracia, normalmente tras un periodo de varias semanas (raramente de varios años) el periodo de remisión finaliza.
- Insulinodependencia total : es la fase final de la enfermedad y siempre se produce, independientemente de que se haya introducido un tratamiento contra la diabetes. Implica una pérdida completa de la producción de insulina por parte de las células beta del páncreas. Es una enfermedad para toda la vida e incurable en las condiciones médicas actuales.
Diagnóstico difícil en un niño: ¿está seguro de que es diabetes?
La infancia (y especialmente la primera infancia) es una etapa extremadamente importante en la vida de una persona. Es en el caso de los niños que se desarrollan rápidamente cuando se manifiestan diversas enfermedades congénitas o metabólicas. Por eso es extremadamente importante el diagnóstico adecuado (incluido el diagnóstico diferencial) de las enfermedades en pediatría. Esto también se aplica a la diabetes mellitus tipo 1. El diagnóstico diferencial debe tener en cuenta principalmente otras causas de aumento de la sed y poliuria (poiuria y polidipsia), como la uremia diabética. El médico que realice el diagnóstico también debe considerar la posibilidad de que el joven paciente padezca otros tipos de diabetes más raros causados por:
- un defecto genético en la función de las células beta,
- enfermedades que se manifiestan por daños en el páncreas - por ejemplo, la peligrosa y mortal fibrosis quística,
- endocrinopatías - síndrome de Cushing, hipertiroidismo,
- medicamentos (por ejemplo, glucocorticosteroides),
- infecciones (rubéola, citomegalovirus).