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Dermatitis atópica - recomendaciones

Kamila Mielniczuk, MD

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Dermatitis atópica - recomendaciones

Panthermedia

Bebé llorando

La dermatitis atópica (DAP) es una enfermedad inflamatoria crónica y recidivante de la piel acompañada de prurito intenso. Dependiendo de la gravedad de la enfermedad, la terapia incluye tratamiento no farmacológico y farmacológico general y tópico.

La piedra angular del tratamiento de la NAC es la combinación de una terapia emoliente diaria y un cuidado adecuado de la piel con un tratamiento antiinflamatorio y la evitación del contacto con alérgenos e irritantes provocadores. El tratamiento de la NAC requiere la cooperación entre los padres del paciente y un dermatólogo, un alergólogo y un pediatra.

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Dermatitis atópica (NAC)

Es una enfermedad inflamatoria crónica y recurrente de la piel acompañada de picor intenso. Es una de las enfermedades dermatológicas más comunes, afecta a más del 25% de los niños y aproximadamente al 2-3% de los adultos. En el 80% de los niños los síntomas aparecen en el primer año de vida y en el 95% antes de los 5 años. Se trata de una enfermedad hereditaria, en cuya aparición y evolución influyen diversos factores ambientales.

Características de la NAC

El rasgo más característico de la NAC es la piel seca. Las lesiones que aparecen en el curso agudo de la enfermedad suelen ser pápulas situadas sobre una base inflamatoria, mientras que en el curso crónico se producen lesiones secas, descamación y liquenización. La inflamación de la piel se localiza en los niños más pequeños en las mejillas y el cuero cabelludo, en los lactantes de más edad pueden observarse lesiones en todo el tronco y las superficies externas de las extremidades, en los niños mayores en las fosas de los codos, las rodillas, las articulaciones de los tobillos, alrededor de los ojos, la boca, el cuello, la parte superior del tórax, el dorso de las manos y los pies y las muñecas. La NAC puede coexistir con alergias alimentarias y transmitidas por el aire. En los niños adolescentes y adultos mayores, el papel de los alérgenos de contacto aumenta significativamente. Dependiendo de la gravedad de la enfermedad, la terapia incluye tratamiento no farmacológico y farmacológico general y tópico.

Tratamiento

La piedra angular del tratamiento de la NAC es una combinación de terapia emoliente diaria y un cuidado adecuado de la piel con tratamiento antiinflamatorio y evitando el contacto con alérgenos provocadores e irritantes. Los factores provocadores inespecíficos que pueden irritar la piel y causar eritema son mecánicos (contacto con lana y otras fibras irritantes), químicos (ácidos, lejía, disolventes, agua) o biológicos (microorganismos). También incluyen el humo del tabaco, los componentes orgánicos volátiles y los gases de escape de los automóviles. Entre los exacerbadores específicos se encuentran los alérgenos transportados por el aire, especialmente los ácaros del polvo doméstico.

Los preparados clave utilizados tanto en la exacerbación como en la remisión de la enfermedad son los emolientes. Entre ellos se incluyen emulsiones y geles de baño, cremas, lociones y champús para el cabello. La lubricación de la piel seca reduce el picor y favorece el alivio de la inflamación. El uso regular y frecuente de emolientes 3-4 veces al día reduce la necesidad de glucocorticosteroides tópicos.

Durante el curso de la enfermedad, la barrera epidérmica se daña. Su reconstrucción puede lograrse utilizando los llamados emolientes activos, es decir, una mezcla de grasas fisiológicamente presentes en el estrato córneo. En la NAC, los emolientes activos con predominio de ceramidas son los más eficaces, ya que las ceramidas son las más deficientes en esta enfermedad. El sellado de la barrera epidérmica se produce tras cada aplicación de un emoliente, pero una mejora sostenida de la función de barrera sólo se produce tras 2-4 semanas de tratamiento sistemático, lo que está relacionado con el proceso fisiológico de diferenciación epidérmica, cuyo producto final es un estrato córneo rico en membranas lipídicas.

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Una parte importante del tratamiento es el restablecimiento de una hidratación epidérmica adecuada. Esto puede conseguirse utilizando emolientes que contengan urea, además de lípidos -el principal componente del factor natural de hidratación (FNI), cuya función es retener el agua- y glicerol, responsable de transportar el agua de la dermis a la epidermis. En niños menores de 2 años, no se recomienda el uso de emolientes a base de propilenglicol debido a su efecto irritante. Tampoco es aconsejable hidratar la piel con preparados que contengan proteínas alergénicas y haptenas como la avena o el cacahuete.