La pérdida de peso no siempre es el resultado previsto de las dietas restrictivas o del ejercicio regular. Muchos procesos patológicos pueden manifestarse como pérdida de peso. Las causas oncológicas pueden ser especialmente peligrosas. Si la pérdida de peso en un periodo corto de tiempo es significativa con una dieta adecuada y regular, debe volver a su médico de cabecera para que le aconseje.
Otro grupo, pero muy importante, son los trastornos mentales
Los trastornos del espectro afectivo, como la depresión o el trastorno bipolar, pueden afectar significativamente al deseo de ingerir alimentos. El paciente deprimido tiene grandes dificultades para iniciar actividades, incluso las básicas para satisfacer las necesidades fisiológicas básicas. Se produce una disminución de las actividades sociales, pero también de las actividades básicas y cotidianas. Las personas deprimidas, como consecuencia de deficiencias en aminas biógenas como la serotonina y la norepinefrina, que intervienen en importantes procesos neuroquímicos, pueden presentar una disminución del apetito y la consiguiente pérdida de peso. Además, disminuye su motivación para ocuparse de funciones vitales básicas como la nutrición. Los trastornos de ansiedad también suelen asociarse a trastornos alimentarios, que se manifiestan en una aversión a la comida. Una enfermedad del círculo de los trastornos psiquiátricos fuertemente relacionada con la alimentación es la anorexia nerviosa. En esta entidad, el paciente experimenta un fuerte temor a engordar o volverse obeso, incluso cuando objetivamente es normal en peso y apariencia. Se cree que la causa subyacente de esta enfermedad es, como en la depresión, una deficiencia de serotonina y noradrenalina.
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Los trastornos gastrointestinales también son una causa frecuente de pérdida de peso. En este grupo destacan los trastornos de malabsorción. Las enfermedades inflamatorias intestinales suelen provocar daños en la mucosa, lo que se traduce en una incapacidad para absorber los nutrientes. Estas enfermedades incluyen la enfermedad de Crohn, cuya esencia es la inflamación crónica dentro de la mucosa, más comúnmente del intestino delgado, pero el proceso de la enfermedad puede afectar a cualquier sección del tracto gastrointestinal. Una afección similar es la colicis ulcerosa, o colitis ulcerosa, en la que la inflamación se produce en el colon y la zona rectal. Los principales síntomas son la diarrea crónica y el dolor abdominal. Debido a la diarrea prolongada, se produce pérdida de peso. La pérdida de peso también puede estar causada por intolerancias alimentarias como la enfermedad celíaca, que se caracteriza por la inflamación de la mucosa intestinal, pero en este caso en respuesta a un alérgeno como el gluten.
Pérdida de peso y cáncer
El último grupo, pero aparentemente el más grave, de enfermedades que afectan fuertemente al estado nutricional y al peso corporal, son las enfermedades oncológicas. En su caso, la pérdida rápida de peso en un corto periodo de tiempo puede ser un síntoma del desarrollo de un proceso proliferativo. Con el rápido crecimiento del tumor, la energía del huésped (humano) se agota y no es capaz de compensar una pérdida tan grande. Por otro lado, en el caso de tumores localizados en las secciones superiores del tracto gastrointestinal (cáncer de lengua, cáncer de faringe, cáncer de laringe, cáncer de esófago), pueden producirse dificultades para ingerir alimentos, tragar En situaciones en las que el tumor se desarrolla en la sección inferior del tracto gastrointestinal (cáncer de colon, cáncer de recto, metástasis abdominales), puede producirse obstrucción o alteración de la absorción de nutrientes. Una situación extrema en el curso de un cáncer a largo plazo es el síndrome de caquexia. Éste se caracteriza por un hipermetabolismo de grasas, azúcares y proteínas, así como niveles elevados de citoquinas proinflamatorias y pérdida de tejido muscular.
