La pérdida de peso no siempre es el resultado previsto de las dietas restrictivas o del ejercicio regular. Muchos procesos patológicos pueden manifestarse como pérdida de peso. Las causas oncológicas pueden ser especialmente peligrosas. Si la pérdida de peso en un periodo corto de tiempo es significativa con una dieta adecuada y regular, debe volver a su médico de cabecera para que le aconseje.
La pérdida de peso es un efecto deseado por muchas personas, especialmente las mujeres. Internet bulle con mil dietas saludables que supuestamente nos librarán de unos kilos de más. A las puertas de las farmacias, nos encontramos con estanterías repletas de suplementos dietéticos que supuestamente acelerarán y apoyarán este arduo proceso. Nos ponemos de cabeza y luchamos, a veces durante años, para que la báscula muestre por fin el valor deseado y nuestro cuerpo tenga el aspecto que soñamos. Como suele decirse, todo dentro de los límites del sentido común. Una dieta equilibrada, una planificación consciente de las comidas, el ejercicio sistemático y el seguimiento de la salud pueden hacer a menudo más bien que una dieta restrictiva. Como ya he mencionado, perder peso no siempre es un propósito de Año Nuevo o el dicho común de "empezar mañana". Perder peso no siempre es un objetivo al que aspiramos conscientemente reduciendo nuestra ingesta calórica, sino que puede ser un síntoma de procesos patológicos graves. Debe prestarse especial atención a las grandes pérdidas de peso en un corto periodo de tiempo. La pérdida de peso significativa se define como una reducción del peso corporal típico del paciente de al menos un 5% que se ha producido en un periodo de hasta seis meses. El bajo peso se define como un peso corporal en el que el IMC es inferior a 18,5 kg/m2.
Pérdida de peso "independiente de la voluntad
Puede haber muchas razones para una pérdida de peso repentina. Es importante no subestimar este síntoma y buscar consejo médico, sobre todo si la pérdida de peso es grande en un corto periodo de tiempo. La falta de apetito puede tener diversas causas. Un gran grupo de causas de los trastornos del apetito son los problemas endocrinos. Los procesos metabólicos están fuertemente ligados al equilibrio hormonal normal. Uno de los elementos que influyen en la generación de energía en nuestro organismo es la glándula tiroides. En caso de anomalías en su funcionamiento, tanto en la situación de hipotiroidismo como de hipertiroidismo, pueden producirse trastornos del apetito. En el caso del hipertiroidismo, suele producirse una pérdida de peso asociada a un aumento de la tasa metabólica, mientras que en el caso del hipotiroidismo, se produce un aumento de peso, al ralentizarse los procesos energéticos. Otro órgano perteneciente al sistema endocrino son las glándulas suprarrenales, responsables de la producción de hormonas importantes para nuestro organismo: los glucocorticosteroides. Estos compuestos intervienen en el metabolismo de los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas. En esta localización, más concretamente en la médula suprarrenal, puede desarrollarse un feocromocitoma, normalmente benigno, que se caracteriza por una sobreproducción de catecolaminas como la adrenalina, la noradrenalina o la dopamina. El aumento de sus concentraciones puede contribuir a acelerar el metabolismo y, como consecuencia, a la pérdida de peso. Los trastornos en el principal comandante hormonal, la hipófisis, como el hipopituitarismo, los tumores hipofisarios o los traumatismos, pueden provocar un control anormal de los órganos bajo su influencia. El resultado es una deficiencia de sustancias que estimulan el apetito y regulan el metabolismo.
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Otro grupo son los fármacos y las toxinas
La terapia antibiótica crónica puede no sólo alterar el apetito, sino también afectar negativamente a la flora bacteriana del tracto gastrointestinal. La consecuencia es una alteración de los procesos de absorción y digestión. En el caso de un tratamiento crónico con antibióticos, que a menudo altera la cantidad de "bacterias beneficiosas", es importante acordarse de suplementar con probióticos. Además, las personas que abusan de los narcóticos pueden experimentar una disminución del apetito. Es el caso de las adicciones a las anfetaminas, la cocaína o la morfina. El alcoholismo también puede contribuir a la desnutrición, pero por un mecanismo diferente a la disminución del apetito. Estas personas se encuentran a menudo en las llamadas "borracheras alcohólicas" y son incapaces de ocuparse, entre otras cosas, de preparar sus propias comidas y aportar las calorías adecuadas.