Hasta hace poco, los científicos afirmaban que el cuerpo no es más que un "dispositivo de transmisión" para el cerebro, que le entrega información para que la reciba y realice una tarea.

Recientemente, los científicos han ido aportando cada vez más pruebas de que el cuerpo tiene funciones mucho más importantes, ya que interviene en los procesos cognitivos. El cuerpo y la mente forman un todo común y dependen el uno del otro. El cuerpo es la ventana al mundo para nuestro centro de gestión, que es el cerebro. Al fin y al cabo, es a través de nuestra envoltura material como percibimos nuestro entorno. Conocemos el mundo a través de nuestros sentidos, es decir, a través de los estímulos que recibe el cuerpo.

Según una de las muchas hipótesis, se podría decir que "la mente está anclada en las acciones del cuerpo y su entorno". El cuerpo y la realidad que nos rodea tienen un impacto significativo en nuestro comportamiento, pensamiento, relaciones sociales, procesos cognitivos y emociones. Son las señales procedentes del cuerpo las que dan a nuestro cerebro 'instrucciones' sobre cómo comportarse en una situación determinada. Las pruebas de la influencia del cuerpo sobre la mente siguen acumulándose.

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Sostener una taza caliente nos hace más amables con la gente, sentarnos en una silla dura durante una negociación o una entrevista de trabajo nos hace más fieros, seguros y tenaces, mientras que el equipaje pesado nos hace valorar negativamente la longitud del camino que tenemos que recorrer (parece más largo, la cuesta parece más empinada, el tiempo que se tarda en caminar es más largo de lo que realmente es).