Las mujeres en el periodo de la menopausia, cuando se producen muchos cambios psicológicos y físicos, son las más afectadas. La noticia del cáncer evoca fuertes reacciones emocionales negativas, por ejemplo miedo, sensación de amenaza y ansiedad.

La mujer pierde su sentido del atractivo físico y su autoestima, pierde estabilidad emocional y las relaciones de pareja se ven alteradas. Las consecuencias de la enfermedad se dejan sentir a nivel biológico, psicológico y social. Esta desestabilización puede acabar desembocando en una depresión.

La sensación de impotencia de la paciente ante el cáncer se ve agravada por el debilitamiento causado por el tratamiento y sus efectos secundarios, la incertidumbre sobre el futuro, la falta de control sobre su vida, el escaso conocimiento de la enfermedad y de cómo tratarla. La mujer suele retirarse de su vida profesional y social y renunciar a sus papeles. Una mujer así tiene un sentimiento de soledad, causado por el aislamiento de su entorno y de su familia.

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A menudo, la mujer enferma siente que los que la rodean se apartan de ella y, en realidad, es ella la que evita el contacto social. El tratamiento del cáncer tiene muchos efectos físicos y psicológicos negativos. Es fuente de mucha ansiedad, por la pérdida de atractivo físico, el aumento de la susceptibilidad al estrés y a los trastornos psicológicos (por ejemplo, la aparición de depresión). Aumenta el miedo a no ser aceptado por el entorno.