La mayoría de las enfermedades febriles en los niños son infecciones víricas, que no requieren tratamiento. Las infecciones leves, como la otitis media o la faringitis, se diagnostican basándose en una historia clínica cuidadosa y en los síntomas clínicos. El problema pasa a ser identificar a los niños con infecciones graves que requieren un tratamiento rápido.
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