En todo el mundo se conocen métodos no convencionales para tratar muchas enfermedades, incluido el cáncer. Muchos de ellos son inocuos para el organismo, de ahí el interés generalizado y, a menudo, las grandes cantidades de dinero que se gastan en preparados para curar el cáncer[1].
Al confrontar los métodos convencionales con los métodos alternativos, no existe base suficiente para determinar la eficacia de estos últimos. Mientras que los métodos convencionales están estrictamente definidos, son públicos y están sujetos a verificación, los métodos no convencionales se basan únicamente en los mensajes de quienes los promueven.
Algunas de las características más importantes de los métodos alternativos son que se basan en la fe, en hipótesis más que en teorías demostradas, no cuentan con estudios preclínicos o clínicos para determinar su eficacia, suelen ser inocuos y no tóxicos, se recomiendan junto con los métodos convencionales y sólo los "iniciados" saben cómo preparar o aplicar el método. [2]
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Si se decide conscientemente utilizar métodos no convencionales, hay que tener en cuenta que el tratamiento posterior puede tener consecuencias muy graves. Otra cosa a tener en cuenta es que se desconocen las interacciones entre el tratamiento convencional utilizado y los preparados alternativos.
El uso de tratamientos no convencionales no sólo es conocido en Polonia. En todo el mundo, muchas personas intentan convencer a los pacientes de que su preparado funciona. En cualquier situación, lo más importante es el sentido común para que el paciente no pague el precio más alto[3].