Siempre que llega el verano me invade un deseo incontrolable de fresas. Entonces me preparo un festín gourmet, un festín para una sola persona. Me gusta comerlas en soledad, pero no siempre tengo las condiciones para hacerlo, ya que mi casa está siempre llena de gente.
Salí a pasear con Max (mi perro). Al cabo de un rato, no me di cuenta de que Maks había desaparecido de repente. Empecé a gritar a medio vecindario en busca de mi mascota, sin tener fuerzas para gritar "¡Maks! ¡¡¡Maks!!! Perro, ¿dónde estás?"
De repente, a mis espaldas, oí un fuerte grito de "¡Hauuu, hauuu, SOY YO!". Debo admitir que casi me da un infarto.