Desde hace varios años, en la medicina estética se investiga intensamente el uso de trasplantes de células propias para "rejuvenecer" la piel. Durante el Congreso Internacional de Medicina Estética y Antienvejecimiento de este año, celebrado en septiembre en Varsovia, se dedicó una atención considerable a este tema. ¿Por qué este método nos parece tan interesante a los médicos?
En primer lugar, porque el material del propio paciente es siempre el más seguro; en segundo lugar, los elementos constitutivos de las propiedades de la piel, como el colágeno, la elastina o el ácido hialurónico , forman estructuras muy complejas e interconectadas, y ningún preparado inyectable -ni siquiera de ácido hialurónico o colágeno biocompatibles- puede sustituir totalmente a las moléculas reales.
El primer tratamiento de este tipo fue el trasplante de fibroblastos del propio paciente. Los fibroblastos, son las células más importantes de la dermis. Son las que producen los compuestos que determinan las propiedades mecánicas y químicas adecuadas de la piel: colágeno, elastina, ácido hialurónico. El procedimiento para trasplantar los propios fibroblastos es el siguiente: el médico toma un pequeño trozo de piel, que se envía al laboratorio.
En la imagen, el laboratorio de cultivo celular.
Los fibroblastos se cultivan a partir de la sección extraída. Al cabo de 2-4 meses, la solución celular se envía de nuevo al médico, que la inyecta en la piel del paciente.
En la imagen: cultivos en crecimiento de fibroblastos humanos derivados
de una biopsia de piel.
El procedimiento debe repetirse. Los resultados de los estudios clínicos en curso han demostrado que este tipo de tratamiento restaura significativamente la elasticidad de la piel y alisa las arrugas. Los efectos son mucho más permanentes en comparación con los métodos utilizados anteriormente. Curiosamente, el trasplante de los propios fibroblastos del paciente también puede utilizarse para tratar cicatrices o heridas difíciles de curar.
