El cáncer de mama es como un asesino silencioso. Puede desarrollarse de forma inadvertida durante años sin dar ningún síntoma. Es muy importante tenerlo en cuenta, ya que es uno de los tumores malignos más frecuentes que padecen las mujeres.
A partir de los 40 años, la mujer debe someterse a un examen ecográfico y a una mamografía cada año. Por supuesto, no deben olvidarse los exámenes independientes realizados en casa. En muchos casos, contribuyen a la detección del cáncer. No obstante, debe tenerse en cuenta que la existencia de un nódulo canceroso sólo puede confirmarse mediante un examen realizado por un médico. Además, en muchos casos, los nódulos son demasiado pequeños para palparlos durante una autoexploración mamaria.
¿Qué debe motivar una visita al médico?
Cualquier cambio perceptible en sus senos debería incitarla a someterse a un examen. Un cambio en la forma, la aparición de induración, bultos o nódulos en los senos y la zona axilar y cambios en el color de la piel de los senos y los pezones son señales de alerta. Cualquier hinchazón, enrojecimiento o arrugamiento también puede ser preocupante. También pueden aparecer síntomas dentro del pezón y la mama. La aparición de una "piel de naranja", una secreción del pezón de color sangre o la retracción del pezón deben ser una señal para una visita inmediata al médico.
Aumento de los factores de riesgo
Existen varios factores que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar un cáncer de mama. En entre el 5% y el 10% de los casos, las mutaciones genéticas heredadas en la familia son las responsables del cáncer. También existe un mayor riesgo entre las mujeres cuya familia padece o ha padecido previamente un cáncer. El desarrollo del cáncer también se ve favorecido por lesiones mamarias preexistentes no cancerosas. Incluso la menstruación influye en el grupo de riesgo.
De hecho, resulta que las mujeres que empezaron a menstruar antes de los doce años y las que iniciaron la menopausia después de los 55 están predispuestas a la enfermedad. Cuantos más hijos dé a luz una mujer, menos probabilidades tendrá de contraer la enfermedad. También es importante que el primer embarazo se produzca antes de los 30 años y que los niños sean amamantados, lo que también disminuye el riesgo. Las mujeres de riesgo deben someterse a pruebas de detección con más frecuencia y, con el consentimiento de su médico, pueden hacerse su primera mamografía a partir de los 35 años. Sin embargo, pertenecer al grupo de riesgo no significa necesariamente que vaya a aparecer un cáncer de mama.
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Muchas mujeres de este grupo nunca desarrollan un cáncer, y también ocurre que alguien que no reúne los requisitos para pertenecer a este grupo desarrolle un cáncer de mama. Por eso se insiste con tanta frecuencia y claridad en la necesidad de que todas las mujeres se sometan a pruebas de detección, independientemente de que reúnan o no los requisitos para el cáncer de mama.