Este artículo presenta las últimas recomendaciones para la nutrición infantil y las normas actuales para la suplementación con vitamina D y K. Ampliar adecuadamente la dieta de los más pequeños, asegurando la cobertura de las necesidades de todos los nutrientes, es un requisito previo para su correcto desarrollo. La primera parte de este artículo contiene información general sobre la introducción de nuevos productos en la dieta de un lactante y las normas relativas a la introducción del gluten. También se describen las recomendaciones para la alimentación con leche modificada, leche de vaca, leche de cabra, leche de oveja, huevos, así como el uso de grasas alimentarias, azúcar y sal.
En 2014, la Sociedad Polaca de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Infantil (PTGHiŻDz) elaboró recomendaciones para la alimentación de lactantes sanos. El objetivo que debe perseguirse es la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida del niño. La lactancia materna satisface plenamente las necesidades del lactante de todos los nutrientes esenciales, garantizando un desarrollo adecuado durante los seis primeros meses de vida. Las excepciones son las vitaminas D y K.
En 2013 se publicaron nuevas recomendaciones sobre la suplementación con vitamina D, y hace unos meses sobre la suplementación con vitamina K y la introducción del gluten en la dieta del lactante y el riesgo de enfermedad celíaca (enero de 2016).
A medida que el niño crece y se desarrolla, aumentan sus necesidades de nutrientes, que la leche por sí sola ya no puede cubrir. Por lo tanto, deben introducirse alimentos complementarios. Se introducen nuevos alimentos en la dieta para proporcionar energía adicional, proteínas, hierro, zinc, vitaminas A, D, E y oligoelementos, entre otros. Entre las 17 y las 26 semanas de edad debe comenzar la introducción de alimentos complementarios. Los nuevos alimentos deben darse de uno en uno, al principio en pequeños volúmenes. Cuando el bebé tolere bien la dieta, pueden introducirse nuevos ingredientes. Hasta ahora, no se ha demostrado que evitar o retrasar la introducción de alimentos potencialmente alergénicos, como el pescado y los huevos, reduzca la incidencia de alergias ni en los bebés con riesgo de desarrollarlas ni en los que no corren ningún riesgo.
A la edad de 5-6 m, la mayoría de los lactantes adquieren la capacidad de aceptar alimentos sólidos. Los niños ya son capaces de sentarse con apoyo, controlar los movimientos de la cabeza y el cuello y tomar la comida de una cuchara.
Gluten
Hasta ahora, los expertos en nutrición infantil recomendaban introducir el gluten en la dieta del lactante entre los 4 y los 7 m.
Su postura actual es que el gluten puede introducirse en la dieta de todos los lactantes en cualquier momento entre los 4 y los 12 meses de edad. Esta recomendación se aplica a todos los niños, es decir, tanto a los lactantes alimentados de forma natural como a los alimentados artificialmente, así como a los que presentan un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad celíaca. La mejor forma de introducir el gluten es gradualmente, empezando con una pequeña cantidad, por ejemplo, una cucharadita de sémola añadida al postre, a la sopa, o disuelta en agua, leche modificada o leche materna. Si el niño tolera bien el gluten, la cantidad puede aumentarse progresivamente. Los principios para introducir el gluten en la dieta son los mismos que para ampliar el menú del bebé con otros alimentos.
Leche de vaca
Según la opinión actual de los expertos, la leche de vaca no debe ser la bebida principal antes de los 12 meses. Después del año, el niño no debe tomar más de 500 ml. La leche de vaca contiene una concentración ligeramente inferior de hierro y su absorción es menor en comparación con la absorción del hierro de la leche materna. Además, los resultados de las investigaciones demuestran que la alimentación precoz con leche de vaca puede provocar microhemorragias del tracto gastrointestinal, que luego pueden desembocar en una anemia ferropénica. Debido a su alto contenido en proteínas y sales minerales, una introducción demasiado rápida de la leche de vaca o un consumo excesivo de la misma pueden provocar una sobrecarga de proteínas y de sus productos de transformación y sales minerales. La consecuencia de ello puede ser una sobrecarga de los riñones, así como un aporte inadecuado, tanto en cantidad como en calidad, de hidratos de carbono y grasas. El consumo de leche de vaca no modificada también puede favorecer la aparición de alergias.
foto: panthermedia
Leche de cabra o de oveja
Esta leche está muy saturada de sales minerales y al mismo tiempo es pobre en ácido fólico y vitaminas (especialmente vitamina B). El consumo de leche de cabra o de oveja está totalmente desaconsejado. El uso de este tipo de leche en lactantes antes de los 12 meses favorece la anemia por carencia de ácido fólico y vitamina B 12.