La autora analiza el simbolismo de la obesidad en diferentes contextos psicosociales.
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Influencias culturales
Aunque tanto los hombres como las mujeres tienen problemas de obesidad, estos últimos son mucho más numerosos. Las mujeres también sufren más por ser obesas y hacen más intentos por perder peso. Al mismo tiempo, experimentan muchos fracasos a la hora de controlar su apetito, atribuyendo a menudo a ciertos alimentos, por ejemplo los dulces, cualidades que van más allá de sus propiedades naturales (por ejemplo, satisfacer el placer, aliviar, reconfortar). Algunos investigadores creen que esto tiene que ver con el hecho de que en el cerebro femenino el centro del hambre y el centro sexual se encuentran en el mismo lugar. Creen que la comida se convierte a menudo en un sustituto del sexo: desencadena el deseo, despierta la pasión y aporta satisfacción. Por eso es tan difícil de controlar. La mujer empieza a vincular la comida con la apariencia, el autocontrol, el llevarse bien consigo misma, con la culpa y la vergüenza, no sólo con el hambre. Además, la cultura suele imponer a las mujeres una serie de comportamientos de los que pueden obtener placer. Comer suele estar permitido en este sentido, a diferencia del sexo. Si resulta que las influencias culturales desempeñan un papel importante en comer en exceso, un cambio positivo en el ámbito psicológico debería consistir en aceptar el propio físico y permitir que se satisfagan adecuadamente todas las necesidades naturales.
Peso corporal excesivo
A pesar de la abrumadora evidencia de que la obesidad reduce la calidad de vida, ser obeso puede, sin embargo, asociarse a beneficios psicológicos. La obesidad puede ser:
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una identificación inconsciente con una persona cercana y admirada en la infancia,
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una paradójica facilitación de las relaciones interpersonales (dando la impresión de generosidad, jovialidad),
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una excusa para no llevar a cabo determinados comportamientos o tareas ("empezaré a hacerlo cuando adelgace"),
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un problema sustitutivo que relega a un segundo plano problemas más graves que provocan ansiedad,
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un símbolo de salud para quienes se preocupan por su propia salud o la de sus seres queridos,
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una salvaguarda frente a proposiciones o comportamientos sexuales no deseados de otras personas.
Alimentación forzada
Muchas personas obesas experimentan situaciones en las que comer está fuera de su control. A pesar de no sentir hambre, o incluso de sentirse llenos, no pueden dejar de comer. La elección de los alimentos o la forma de combinarlos es entonces irrelevante, ya que morder y tragar se convierte en lo más importante. En este caso, comer en exceso puede:
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significar hostilidad hacia los padres o un rechazo de su autoridad,
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ser un medio para obtener el amor o la aceptación de los demás,
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ser una expresión de emociones inconscientes o inaceptables,
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expresar autodesprecio y autocastigo,
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expresar el éxito en la vida y el derecho a la autodeterminación,
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expresar una relación con los seres queridos con sentimientos ambivalentes,
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constituir una especie de capa protectora, aislando el acceso a opiniones y sentimientos no deseados del exterior e impidiendo la revelación de las emociones experimentadas.
Cuando la alimentación está fuera de control y los intentos anteriores de hacer frente a la obesidad no tienen éxito, merece la pena considerar la contribución de los factores psicológicos y, por lo tanto, incluir la ayuda psicológica o la psicoterapia en el tratamiento de la obesidad.
Bibliografía:
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