¿La hemorragia es siempre un síntoma alarmante? En el caso de las mujeres, no siempre es motivo de preocupación. Las hemorragias cíclicas en las mujeres ni siquiera son un síntoma, sino fisiología, que indica el funcionamiento normal del eje aparato reproductor-hipofisario-ovárico. Sin embargo, es importante ser conscientes de cuándo una hemorragia del tracto genital debe despertar nuestra vigilancia y remitirnos a la consulta de un ginecólogo. En el siguiente artículo se describen las causas más comunes de hemorragias anormales en las mujeres.
Erosión, pólipos, miomas: ¿qué tienen en común?
Todas estas afecciones pueden presentarse con hemorragias anormales del tracto genital. La erosión es la presencia anormal de epitelio glandular del canal cervical en el disco de la parte vaginal del cuello uterino. En la exploración ginecológica, se manifiesta como una mancha roja denominada eritroplasia. En la colposcopia puede confirmarse la ectopia, es decir, la presencia de epitelio valvular del canal cervical cerca del orificio cervical externo. Las mujeres con inflamación crónica de la vagina y la vulva, que han dado a luz muchas veces y que utilizan métodos anticonceptivos en forma de DIU corren el riesgo de sufrir erosiones. El tratamiento incluye agentes antiinflamatorios en forma de glóbulos, medios mecánicos o químicos de eliminación de la erosión como la coagulación química, la congelación, la electrocoagulación y la fotocoagulación. Los pólipos pueden aparecer en el canal cervical y en el endometrio. Un pólipo es una mucosa hipertrofiada (pólipo cervical) y puede contener también glándulas mucosas (pólipo endometrial). Suelen ser lesiones benignas únicas. Las hemorragias anormales pueden producirse no sólo entre reglas, sino también durante las relaciones sexuales. También es frecuente que las pacientes acudan al ginecólogo por una secreción profusa y mucosa. El diagnóstico se basa en la exploración ginecológica, la ecografía transvaginal y también puede ser útil la histeroscopia. Una vez detectado el pólipo, se realiza un legrado de la cavidad uterina (en el caso de los pólipos corporales) o la extirpación del propio pólipo (en el caso de los pólipos del canal cervical). El material obtenido se envía siempre a examen histopatológico para excluir lesiones proliferativas. En algunos casos, puede ser útil un tratamiento farmacológico a base de hormonas. Los miomas son tumores benignos formados por el mismo tejido que el músculo uterino. Un pequeño porcentaje puede volverse maligno. En la patogénesis de su formación intervienen varios factores. Entre los más comunes se encuentran los cambios hormonales, especialmente con predominio de estrógenos sobre gestágenos, la susceptibilidad familiar y la falta de hijos. No todos los miomas requieren intervención quirúrgica, pero deben tenerse en cuenta los controles constantes con el ginecólogo y la observación de las molestias. Los miomas ligeramente sintomáticos se tratan con preparados antiinflamatorios y analgésicos y, a veces, también con terapia hormonal. En el caso de miomas que causen molestias graves, se recomienda un tratamiento que incluya la extirpación quirúrgica de las lesiones. Lo más habitual es la cirugía abdominal clásica o laparoscópica.
foto: panthermedia
No ignore las hemorragias anormales...
Por supuesto, en la mayoría de los casos, las hemorragias del tracto genital son un síntoma de afecciones inofensivas como erosiones o pólipos. Por desgracia, el diagnóstico no siempre es tan optimista. Es importante recordar que cualquier hemorragia en una mujer posmenopáusica requiere un diagnóstico urgente. La edad media de las mujeres diagnosticadas de cáncer de endometrio es de 61 años. Los factores del cáncer de endometrio incluyen situaciones asociadas a niveles elevados de estrógenos. La sobreproducción de estrógenos puede tener lugar en el tejido adiposo excesivamente desarrollado, por lo que la obesidad es uno de los principales factores de incidencia de este cáncer. Las mujeres con enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes tienen un riesgo mayor. Para las mujeres en edad fértil, el cáncer más común del tracto reproductivo es el cáncer de cuello uterino, que también puede presentarse con hemorragias anormales intermenstruales o de contacto (después del coito). La mayor incidencia de cáncer preinvasivo se registra en mujeres de entre 30 y 40 años, mientras que el cáncer invasivo se registra entre los 40 y los 60 años. El cáncer de cuello de útero está inducido en la mayoría de los casos por un virus del grupo del VPH. La infección por VPH se produce por contacto sexual, por lo que el elevado número de parejas sexuales aumenta el riesgo de infección. La evaluación citológica del frotis de células epiteliales cervicales permite detectar lesiones preinvasivas y aumenta las posibilidades de curación completa. Si la hemorragia se acompaña de síntomas adicionales como secreción mucosa profusa, dolor en el bajo vientre y en la zona sacra, la mujer debe acudir a un ginecólogo para una revisión.