El S es un trastorno neurodegenerativo progresivo que tiene una base autoinmune. En la actualidad, la medicina es incapaz de definir con claridad los patomecanismos de esta enfermedad, así como los fármacos utilizados actualmente, sólo tienen un efecto inhibidor sobre la progresión de los síntomas. Sin embargo, se ha observado la influencia de las hormonas femeninas estrógeno y progesterona sobre el sistema inmunológico y, por tanto, su efecto sobre la S. Las investigaciones en curso aún deben confirmarse, pero constituyen un punto de partida para la búsqueda de nuevas opciones terapéuticas.
Las hormonas femeninas en el S
Los dos grupos más importantes de hormonas femeninas son los estrógenos y los progestágenos, que pertenecen al grupo de las hormonas esteroideas. Su función en la mujer es el desarrollo y la diferenciación de los órganos reproductores, y son responsables de la fertilidad y el mantenimiento del embarazo. El proceso de su secreción tiene lugar en los ovarios, y durante el embarazo, la placenta es responsable de la secreción de estas hormonas. En cantidades más pequeñas, algunos estrógenos también son producidos por el hígado, las glándulas suprarrenales, los senos y las células grasas.
Los estrógenos afectan a las células a través de receptores específicos, y sus efectos protectores pueden ser importantes en muchas afecciones del SNC, ya sean neurodegenerativas o inflamatorias, así como en los traumatismos. De hecho, se han demostrado los efectos positivos de los estrógenos en afecciones como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, los derrames cerebrales, las lesiones de la médula espinal y el S. El mecanismo de acción de los estrógenos sobre las neuronas no se conoce del todo, principalmente debido a su complejidad, pero los resultados de las investigaciones indican claramente sus efectos terapéuticos sobre la función mitocondrial, que desempeña un papel clave en la regulación del equilibrio energético de la célula.
Los progestágenos (o progestágenos o gestágenos), son un grupo de hormonas esteroides que incluyen la 16α-hidroxiprogesterona, la 17α-hidroxiprogesterona, la 20α-dihidroprogesterona, la 5α-dihidroprogesterona, la 11-deoxicorticosterona, la 5α-dihidrodeoxicorticosterona y la progesterona (P4), que es la más importante biológicamente. Actúa -como los estrógenos- a través de receptores específicos de membrana y nucleares, ya que puede regular directamente la transcripción de genes. Unos niveles adecuados y fisiológicos de progesterona atenúan los daños citotóxicos y oxidativos provocados por el glutamato o la hipoglucemia. De las conclusiones extraídas del modelo animal se desprende que la progesterona tiene una función protectora de las neuronas.
Los expertos también pueden confirmar que tanto los estrógenos como los progestágenos influyen en la respuesta inmunitaria.
Embarazo vs. S
En el tercer trimestre del embarazo se producen niveles elevados de estradiol y estriol, así como de progesterona. Es durante este periodo cuando los estrógenos y los progestágenos tienen un mayor efecto sobre el sistema inmunológico.
También se ha observado que el aumento de los niveles de progesterona y estradiol se produce no sólo durante el embarazo, sino también en las distintas fases del ciclo menstrual.
foto: panthermedia
Los datos epidemiológicos muestran que la mayor incidencia de S se produce durante la edad fértil. Durante el embarazo, se producen profundos cambios en el organismo de la mujer, incluidos cambios en el funcionamiento del sistema inmunológico, ámbito del que son responsables en gran medida el estrógeno y el progestágeno. Numerosos estudios han demostrado que el embarazo afecta significativamente a la evolución de la S, un hecho que se señaló hace muchos años, aunque los especialistas afirman que no tiene ningún impacto negativo en el curso de la enfermedad. Por el momento, la medicina es incapaz de determinar con claridad el efecto a largo plazo del embarazo sobre el S, y aunque se han realizado numerosos estudios en este sentido, aún deben ser verificados. A título ilustrativo, pueden citarse como ejemplo los resultados de un estudio en el que se demostró que, entre las mujeres que padecían RREM, el riesgo de alcanzar una puntuación de 6 en la Escala Expandida de Discapacidad Motriz era menor en las mujeres que tenían dos hijos, en comparación con las mujeres sin hijos.
Por lo tanto, se llama la atención sobre la capacidad de las hormonas femeninas para modular el sistema inmunológico, principalmente en el contexto del impacto del embarazo sobre la S. Esto proporciona un punto de partida a los investigadores, para explorar nuevas opciones terapéuticas. [1]