En la práctica del clínico, nos enfrentamos, esencialmente, a dos circunstancias clínicas. Si, sobre la base de los síntomas con los que una persona se presenta en el servicio de urgencias (o es traída por el servicio de urgencias), podemos presumir que estamos ante una enfermedad que le conducirá inmediatamente a la muerte, debemos intervenir de inmediato. Debemos averiguar la causa del estado del paciente lo antes posible y, a continuación, aplicar un tratamiento farmacológico o quirúrgico. En tales circunstancias, hablamos de una urgencia.
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