Diversas estadísticas muestran que alrededor del 90% de las mujeres han adelgazado al menos una vez en su vida, están actualmente a dieta o harán esfuerzos por reducir su peso corporal en el futuro. A pesar de ello, el número de personas obesas no deja de aumentar y los preparados o ideas para perder peso de forma eficaz que siguen apareciendo en el mercado están en constante demanda. Aunque la receta del éxito parece sencilla: comer menos y moverse más, en la práctica resulta difícil de conseguir. Una gran proporción de los que pierden peso fracasan, y los que lo consiguen a menudo vuelven a su peso original a los pocos meses de terminar el tratamiento. Sin duda hay tantas razones para ello como adelgazantes, pero hay unas cuantas que se repiten. Entre ellas se encuentran la actitud de lucha o huida, los objetivos demasiado ambiciosos, las trampas del pensamiento y las circunstancias desfavorables.
Una actitud de lucha o huida
Muy a menudo, la decisión de embarcarse en un programa de adelgazamiento viene desencadenada por un acontecimiento concreto que, coloquialmente hablando, "salpica el final amargo". Puede tratarse, por ejemplo, de las críticas de alguien sobre su aspecto, la dificultad para comprarse ropa, verse en una fotografía o pesarse. Aunque la conciencia de ser obeso suele estar disponible de antemano, el acontecimiento mencionado se convierte en el momento crítico, desencadenando la energía necesaria y toda una lista de propósitos para cambiar la situación. Las expresiones más comunes en esta ocasión son: "Tengo que hacer algo conmigo mismo", "Tengo que cuidarme", "Tengo que ponerme en orden", "Tengo que luchar contra las tentaciones". Esta movilización se asemeja a declarar la guerra al propio cuerpo con vistas a dominarlo y someterlo. Comienza la batalla: lucha contra uno mismo, negación de las señales y necesidades del cuerpo, autocastigo en respuesta al fracaso. Aunque uno consiga alcanzar sus objetivos, poco a poco empiezan a acumularse la tensión y la fatiga. Tarde o temprano, llega el agotamiento y el cese de la acción, seguidos de una sensación de fracaso y un aumento gradual de peso.