La obesidad es un problema clave de salud pública, calificado como la "epidemia del siglo XX", que no deja de aumentar. Según muchos autores, el sobrepeso y la obesidad son uno de los trastornos del desarrollo más comunes en niños y adolescentes.
La obesidad está causada por un desequilibrio crónico entre la energía suministrada con los alimentos y la energía gastada. En el mayor número de niños y adolescentes obesos, el exceso de energía suministrada es asombrosamente bajo (menos de 100 kcal al día). De ello se deduce que debe transcurrir un largo periodo de factores de riesgo para que un niño o un adolescente sin problemas de obesidad se convierta en obeso.
Además de las complicaciones psicosomáticas inmediatas y lejanas, el sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes, pueden ser un factor de riesgo para la obesidad en la edad adulta. Los estudios sobre la probabilidad de obesidad en la edad adulta han descubierto que entre los niños en edad infantil (de 1 a 3 años) diagnosticados de sobrepeso, el 19% tendrá sobrepeso en la edad adulta. El 26% de estos individuos seguirán siendo adultos obesos.
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Los cambios adversos en el estilo de vida (incluyendo la dieta, la actividad física) y el comportamiento saludable (el aumento de las influencias externas - factores económicos, sociales, culturales, publicidad) son responsables del rápido crecimiento de la epidemia de obesidad en niños y adolescentes en muchos países.
Las investigaciones realizadas en muchos países demuestran que, paralelamente a la creciente disponibilidad de alimentos hipercalóricos, se está produciendo una desviación de la actividad de los jóvenes hacia estilos de vida sedentarios y una disminución de la actividad física.
La propensión a la obesidad en niños y adolescentes es principalmente genética (familiar). Los hijos de padres obesos tienen más probabilidades de padecer sobrepeso y corren el riesgo de sufrir en el futuro enfermedades relacionadas con el estilo de vida. El riesgo de que las niñas y los niños desarrollen obesidad aumenta si uno o ambos progenitores son obesos. La probabilidad de que un adolescente obeso también tenga sobrepeso de adulto es del 70%, y cuando uno de los padres también es obeso, el riesgo aumenta hasta el 80%.