La muerte es para cada uno de nosotros un gran misterio, un enigma sin resolver. También forma parte de nuestras vidas. Cada uno de nosotros nació, cada uno de nosotros también morirá. Somos capaces de estimar el momento del nacimiento porque es fácil calcularlo desde el momento de la concepción. El día final no somos capaces de calcularlo de forma matemática. No existe ningún algoritmo o ecuación que defina el día de nuestra muerte. Lo que sí podemos conjeturar es cuándo ocurrirá ese momento. Muchas personas, en algún momento de su vida, llegan a la conclusión de que merece la pena prepararse para ello. Sin embargo, es difícil prepararse para ella cuando llega de repente.
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