El riesgo de una nueva hemorragia cerebral conlleva un gran riesgo. Las personas que han sufrido un ictus o un episodio isquémico suelen tener considerables dificultades para recuperar la plena función física e intelectual. Por lo tanto, una hemorragia recurrente puede provocar un empeoramiento de la discapacidad o incluso la muerte; de ahí la importancia de una predicción hábil en cuanto a la elegibilidad para un grupo de riesgo específico.
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