Los adultos a los que no se les ha diagnosticado un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), pero que presentan ciertos síntomas, son menos capaces de soportar la privación de sueño. Por ejemplo, les resulta más difícil controlar sus emociones después de una noche sin dormir y sus capacidades cognitivas se deterioran significativamente.
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