Muchas personas suelen renunciar al ejercicio nocturno debido a la creencia predominante de que contribuye al problema del insomnio. Investigaciones anteriores han sugerido posponer la actividad física hasta las primeras horas del día. Sin embargo, los últimos resultados experimentales demuestran que no sólo no causa problemas de sueño, sino que también puede reducir el apetito.
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