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Diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer

Diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer

Panthermedia

Riñones

En la actualidad, un diagnóstico completamente seguro de la enfermedad de Alzheimer en sus fases más tempranas supone una gran dificultad para los especialistas médicos.

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Esto está relacionado con el hecho de que el primer periodo es el llamado periodo clínicamente silente. Al mismo tiempo, diagnosticar la enfermedad lo antes posible brinda la oportunidad de emprender un tratamiento causal. A efectos de diagnóstico, los criterios contenidos en el DS IV se utilizan en la gestión clínica debido a su alta sensibilidad y especificidad.

Los criterios utilizados principalmente en Europa son los CAPI-10. Los criterios del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos, Comunicativos y Accidentes Cerebrovasculares/Asociación de la Enfermedad de Alzheimer y Trastornos Relacionados, utilizados actualmente y muy populares, deberían ser complementarios. El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer es posible tras un examen neuropatológico. La información sobre los trastornos metabólicos y endocrinos o la enfermedad aterosclerótica desempeña un papel muy importante para el diagnóstico.

Debe prestarse especial atención al hipertiroidismo, al hipotiroidismo y al tratamiento con estrógenos. Otro aspecto importante son los diversos tipos de intervenciones quirúrgicas anteriores bajo anestesia general y los traumatismos craneoencefálicos y conmociones cerebrales. Los antecedentes familiares, en cuanto a antecedentes familiares de demencia, adicciones (alcohol, drogas, tabaco) o antecedentes de intoxicación desempeñan un papel importante.



foto: pantherstock

En la fase inicial del estudio suelen realizarse la prueba MEME y la prueba del reloj, y en el examen neurológico debe buscarse el síndrome de Parkinson y la presencia de síntomas de deliberación. La exclusión de la depresión también desempeña un papel muy importante. Para ello, debe consultarse a un psiquiatra con fines diagnósticos. La depresión acompaña muy a menudo a los enfermos de Alzheimer, al igual que los trastornos del sueño, el insomnio, la ansiedad, el retraimiento, la agresividad o la irritabilidad: estos síntomas deben ser examinados por un psiquiatra. Nunca deben subestimarse.