La vitamina D se ha convertido recientemente en el centro de la investigación en muchas áreas de la medicina. Su acción no sólo está relacionada con el sistema musculoesquelético, sino también con el sistema inmunológico. Se ha sugerido la implicación de la vitamina D en las enfermedades infecciosas, la carcenogénesis y las enfermedades cardiovasculares.
¿Cuál es la relación entre la carencia de vitamina D y el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares?
La vitaminaD pertenece a las vitaminas liposolubles y es un derivado del colesterol.
Se encuentra en dos formas:
- Vitamina D2 (ergocalciferol- se encuentra en organismos vegetales),
- Vitamina D3 (colecalciferol- producida en organismos animales).
La función de la vitamina D en el organismo es garantizar un equilibrio normal entre calcio y fósforo, necesario para la absorción de iones de calcio en el intestino. Además, estimula la liberación de fósforo y calcio de los huesos en caso de hipocalcemia (carencia de calcio), con la participación de la parathormona (PTH), aumenta la reabsorción renal de calcio y asegura la homeostasis corporal.
La vitamina D procede de dos fuentes.
- Síntesis dérmica (80%-90% de la vitamina D).
- La alimentación (pescado, aceite de pescado, productos lácteos, margarinas fortificadas con vitamina D, 10-20% de las necesidades diarias).
Los estudios científicos han confirmado que las células miocárdicas tienen receptores (VDR) para la vitamina D y proteínas fijadoras de calcio dependientes del calcitriol. La forma activa de la vitamina D3-calcitriol influye en la actividad de los canales de calcio de las células musculares cardiacas, garantizando así una contractilidad cardiaca normal. Muchos estudios sugieren una estrecha relación entre la aparición de enfermedades cardiacas y la carencia de vitamina D. El mecanismo fisiopatológico se deriva del hecho de que la vitamina D inhibe los procesos de coagulación, reduce la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona (REA), reduce la formación de lesiones ateroscleróticas y, además, estimula la secreción de insulina. Por lo tanto, la carencia de vitamina D3 puede provocar vasculitis crónica, el desarrollo de hipertensión, insuficiencia cardiaca congestiva, hipertrofia ventricular izquierda, cardiopatía isquémica e infarto de miocardio, así como síndrome metabólico, diabetes o hiperparatiroidismo.
La situación geográfica de Polonia (la radiación ultravioleta garantiza una síntesis adecuada de vitamina D entre abril y septiembre), el uso de protectores solares y la escasa cantidad de productos con vitamina D hacen que corramos el riesgo de sufrir una deficiencia de este compuesto en el organismo. Esto nos pone en riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Para asegurar parcialmente el suministro de vitamina D, es necesario comer productos que sean su fuente, exponer el cuerpo al sol y considerar la suplementación con preparados sólo cuando lo recomiende un médico y bajo su estricta supervisión.