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Tratamiento anticoagulante

Tratamiento anticoagulante

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Corazón

La medicina moderna abarca el tratamiento de miles de entidades patológicas. Por desgracia, en algunos casos, no se conoce ningún tratamiento causal o simplemente no es posible debido a la naturaleza específica de la enfermedad. Por ello, a veces se recurre a diversas formas de profilaxis con el fin de reducir al máximo el riesgo de una enfermedad peligrosa. Una de las formas más comunes de dicha profilaxis es el llamado tratamiento anticoagulante, que consiste en administrar a los pacientes la medicación adecuada para prevenir la formación de coágulos y embolias.

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Tratamiento anticoagulante con heparinas

Las heparinas son un grupo de fármacos caracterizados por una eficacia muy elevada en la prevención del tromboembolismo venoso. Las principales indicaciones para el uso de heparinas son:

  • prevención de la tromboembolia venosa en personas tras intervenciones ortopédicas y quirúrgicas que deben permanecer inmóviles debido a su estado general,
  • prevención de la formación de trombos durante la hemodiálisis en pacientes con insuficiencia renal extrema,
  • prevención de complicaciones tromboembólicas en pacientes embarazadas o puérperas (las heparinas no dañan al feto).

Fundamentalmente, las heparinas son un fármaco relativamente seguro. Existen dos tipos principales de heparinas actualmente en uso: las heparinas de bajo y bajo peso molecular. Las primeras son fármacos relativamente antiguos, pero tienen la gran ventaja de poder controlar el tratamiento anticoagulante mediante la determinación del valor TPT (tiempo caolín-cefalina). La medición de sus valores permite evaluar si las dosis del fármaco administrado son demasiado elevadas, lo que podría provocar peligrosas complicaciones hemorrágicas. Si se administra una dosis demasiado alta de heparinas de bajo peso molecular, el sulfato de protamina es el fármaco que revierte su efecto. Las heparinas de bajo peso molecular son una nueva generación de fármacos. Se caracterizan por una incidencia mucho menor de complicaciones graves. Sin embargo, no siempre es posible controlar el proceso de tratamiento con ellas.

Tratamiento con antagonistas de la vitamina K

Los antagonistas de la vitamina K son un grupo de fármacos que inhiben la producción de factores de coagulación en el hígado. Como su nombre indica, estos factores se producen con vitamina K. Preparados como el acenocumarol o la warfarina impiden la producción de factores de coagulación biológicamente activos. Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que no inactivan los factores ya formados. Por lo tanto, el efecto de estos fármacos comienza aproximadamente tres días después de la primera dosis. Durante este periodo, los factores procoagulantes producidos previamente se agotan y su reserva total disminuye debido a la inhibición de la producción en el hígado. La principal indicación para iniciar el tratamiento con acenocumarol o warfarina es la aparición de un episodio de enfermedad tromboembólica. En ausencia de contraindicaciones al tratamiento con ellos, la norma es administrar los fármacos durante un mínimo de tres meses (la duración de su uso depende de la causa del tromboembolismo venoso). Otras indicaciones del acenocumarol/warfarina son:

  • arritmias cardiacas - más comúnmente fibrilación auricular - la administración de los fármacos pretende reducir el riesgo de que se formen coágulos peligrosos en el corazón que puedan provocar embolias,
  • síndrome antifosfolípido - se trata de una peligrosa enfermedad autoinmune que provoca microembolias en el cerebro, por ejemplo. La administración de acenocumarol/warfarina tiene como objetivo evitar complicaciones como el ictus,
  • válvulas artificiales - si hay que implantar válvulas cardíacas artificiales, el paciente sometido a este procedimiento estará obligado a utilizar antagonistas de la vitamina K durante el resto de su vida. Los fármacos están diseñados para evitar la formación de coágulos en las válvulas artificiales.

Si se utilizan antagonistas de la vitamina K, es esencial controlar el tratamiento haciendo medir el INR con regularidad (una vez al mes, una vez a la semana al principio del tratamiento). Debe estar entre 2-3 para los pacientes tratados con acenocumarol/warfarina.