Algunas personas beben, otras fuman cigarrillos, otras toman drogas. Todos ellos son adictos. Sus hábitos son malos y sus estilos de vida indignos de elogio. Sin embargo, la población centra su atención en esos hábitos que he mencionado. No prestamos atención a los detalles que quizá puedan marcar una diferencia positiva en nuestras vidas a través de la adicción.

Yo soy un adicto. No bebo, no fumo, no tomo. Tengo otras adicciones. No puedo vivir sin relacionarme con amigos. El mundo sería francamente aburrido y triste sin ellos. No puedo conducir un coche sin escuchar música. Ya no me gusta el té corriente, lo condimento con distintas especialidades. Jengibre, canela o clavo. Compro zapatos nuevos una vez al mes, lo trato como una gran ceremonia. Entro en la tienda e inmediatamente me sitúo en el estante apropiado pasando allí al menos una hora en contemplación.

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No compro zapatos que no hagan juego con mi bolso. Entonces analizo el estado de mi armario, porque todo tiene que ir a juego. Entonces se revela mi segunda adicción: los bolsos, que deben formar una unidad perfecta con los zapatos. Con nuevas aspiraciones cada mes, después de comprar los zapatos me dirijo a la siguiente tienda para hacerme con un bolso. Afortunadamente, sólo me fijo en unos pocos colores. No puedo ocultar que este tipo de adicción me hace muy feliz. Mi cartera sufre, pero mi alma se enriquece. Las mujeres sabemos cómo las compras afectan positivamente a nuestras vidas.

"Buscamos algo más, a menudo buscamos lo intangible, lo innombrable, incluso una debilidad que puede convertirse en una fortaleza".

El Camino del Norte