El ictus puede provocar diversas secuelas. Éstas nunca deben subestimarse. En la mayoría de los casos, tienen un impacto significativo en la capacidad del paciente para funcionar de forma eficaz e independiente. Estas secuelas dependen del estado de salud del paciente antes del ictus, así como de la topografía y el tamaño del foco isquémico.
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