Pueden dividirse en: bacterianas, víricas, fúngicas, víricas crónicas, sífilis del sistema nervioso y enfermedades invasivas.

Encefalitis purulenta

La encefalitis purulenta representa hasta el 90% de todas las infecciones bacterianas del sistema nervioso central. La activación de la infección suele producirse en pacientes inmunodeprimidos.

Las causas más comunes incluyen:

• otitis media supurativa,
• absceso diente-periapical,
• absceso periungueal,
• focos inflamatorios en los pulmones,
• sinusitis.

La infección se manifiesta con dolores de cabeza, vómitos y síntomas meníngeos. Además, pueden producirse alteraciones de la conciencia, agitación psicomotriz, convulsiones, problemas del habla y parálisis de los nervios craneales.

Para hacer un diagnóstico, debe realizarse un examen del líquido cefalorraquídeo. Durante la infección, sus parámetros cambian y están presentes bacterias y grandes cantidades de proteínas.

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Un tratamiento antibiótico adecuado aplicado con prontitud ofrece un 80% de posibilidades de curación completa. Sin embargo, a veces persisten síntomas neurológicos tras la infección, como paresia, parálisis espástica, epilepsia o deficiencias auditivas. Además de las complicaciones neurológicas, también pueden producirse complicaciones psiquiátricas, siendo las más comunes los trastornos de la personalidad y el deterioro cognitivo, es decir, la demencia.

Meningitis y encefalitis víricas

La infección vírica se divide en exógena y ednógena:

La infecciónendógena es aquella en la que la enfermedad se ha producido como resultado de la activación de la presencia crónica de un virus, latente en el sistema nervioso. El factor desencadenante suele estar inmunodeprimido y los agentes patógenos son el herpes o el citomegalovirus.

La enfermedad comienza con síntomas neurológicos y psiquiátricos, principalmente estados maníacos, psicosis con alteraciones de la conciencia, alucinaciones y psicosis paranoide.