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Los prebióticos en la prevención de las alergias

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Los prebióticos en la prevención de las alergias

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La alegría en los niños

En marzo de 2016 se publicó en la Revista de la Organización Mundial de la Alergia un artículo con las directrices de la Organización Mundial de la Alergia (OMA) para la prevención de las enfermedades alérgicas. Entre otras cosas, el artículo recomienda el uso de prebióticos, es decir, sustancias que influyen en la composición y la actividad de la microflora intestinal. También hace hincapié en los beneficios invariablemente indiscutibles de la lactancia materna, que influye significativamente en la formación de la flora gastrointestinal normal del niño.

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Alergia y genética

Es bien sabido que la aparición de alergias está fuertemente ligada a la predisposición genética. El riesgo de alergia aumenta significativamente en los niños cuyos padres padecen alergias. El riesgo de desarrollar al ergias en niños cuyos padres y hermanos están sanos es del 5-15%. Cuando uno de los progenitores tiene síntomas atópicos, aumenta al 20-40%, mientras que cuando los síntomas atópicos están presentes en uno de los hermanos, el riesgo es del 25-35%. La situación en la que ambos progenitores padecen una enfermedad alérgica es la que más predispone a las alergias en un niño, con un riesgo del 40-60%.
No sólo la genética contribuye de forma importante a la patogénesis de la alergia. El desarrollo de las enfermedades alérgicas está fuertemente influido por factores medioambientales. Entre los más importantes se encuentran la exposición prenatal y perinatal a los antibióticos, los partos por cesárea, la alimentación artificial de los lactantes y los estilos de vida excesivamente higiénicos, asociados a una menor exposición del sistema inmunológico a los antígenos en la primera infancia. Por supuesto, la genética desempeña un papel muy importante en la aparición de la atopia, es decir, una reacción excesiva del sistema inmunitario a pequeñas dosis de antígenos, que conduce principalmente a la producción de cantidades excesivas de anticuerpos de clase IgE. No obstante, es importante recordar que disponemos de ciertas herramientas que pueden influir en el desarrollo de la alergia y en su curso y gravedad de forma específica, a diferencia de la genética, que es un componente innato de todo organismo.

La alergia y la microflora gastrointestinal

La microflora intestinal es un conjunto de determinados microorganismos cuya función es proteger contra las infecciones, participar en la digestión de los nutrientes y participar en el buen funcionamiento del sistema inmunitario, cuyas células se encuentran también en las mucosas del tubo digestivo. Por lo tanto, una alteración en la composición de la microflora afectará a los mecanismos inmunitarios, como el reconocimiento y la respuesta correctos a los antígenos que encuentre el organismo. Además de la genética, los factores ambientales que acabamos de mencionar desempeñan un papel muy importante en la formación de una microflora normal en los lactantes.
El más potente de ellos parece ser el método de alimentación. Muchos estudios sobre la lactancia materna señalan los beneficios de esta forma de alimentar a los bebés en los primeros meses de vida. La lactancia materna se adapta mejor a las necesidades del joven organismo, contribuye a la formación de una microbiota intestinal normal y también refuerza el sistema inmunológico del niño.
El modo de nacimiento también contribuye a la correcta composición de la flora intestinal. Se ha demostrado que durante el parto natural, el recién nacido, al atravesar el canal del parto de la madre, adquiere microorganismos que luego pueblan el tracto intestinal, formando su barrera protectora natural. Durante un parto por cesárea, el recién nacido no tiene la oportunidad de entrar en contacto con la flora bacteriana presente de forma natural en la madre.


foto: panthermedia

La terapia antibiótica administrada durante el embarazo y en el periodo perinatal también contribuye significativamente a la esterilización de la madre. Muchos fármacos están contraindicados en el embarazo, entre ellos casi todos los antibióticos. No obstante, la terapia antibiótica es necesaria en determinadas situaciones clínicas de las mujeres embarazadas. En tales casos, no debe olvidarse una protección adecuada del aparato digestivo. Una dieta adecuada con un aporte de prebióticos y probióticos naturales desempeña un papel fundamental.
El humo del cigarrillo también puede incluirse como un importante factor de riesgo para las alergias. Se ha observado que los hijos de madres fumadoras o fumadoras pasivas tienen un mayor riesgo de padecer asma.
Los estudios sobre la microflora han encontrado diferencias en su composición entre el grupo atópico y la población sana. Las personas con predisposición genética a la alergia tienen un mayor número de bacterias Clostridium y menos Bifidobacterias. Estos estudios han servido para seguir buscando un vínculo entre la composición de la microflora intestinal y la aparición de atopia y, posteriormente, de alergia. El objetivo de esta búsqueda es poder utilizar prebióticos en personas con atopia, reduciendo así el riesgo de desarrollar enfermedades alérgicas.