Sería catastrófico afirmar que toda la población humana sufre trastornos depresivos. También sería falso describir la enfermedad como incurable. Tampoco sería correcto afirmar que un estado de ánimo deprimido o la tristeza invernal es inmediatamente una afección que debe tratarse. ¿Qué puede decirse entonces con certeza, basándose en el estado actual de los conocimientos? ¿Cómo se vive con la depresión para saborear la vida y no limitarse a esperar con anhelo el final de cada día? ¿Qué reglas hay que seguir para que el tratamiento tenga posibilidades de ser eficaz? Intentaré responder a estas preguntas en el siguiente artículo.