Los agentes quimioterapéuticos se administran a los pacientes oncológicos tanto en monoterapia como en terapia combinada. La elección de la vía de administración intravenosa se asocia a un alto riesgo de complicaciones, entre ellas la extravasación. Se denomina así a la fuga involuntaria del fármaco al espacio perivascular. Se calcula que su incidencia alcanza anualmente el 6,5% de los pacientes que reciben quimioterapia sistémica. Sus consecuencias pueden ser variadas, a veces muy graves.
Antes de administrar un fármaco citostático, debe prestarse atención a la dosis recomendada por el fabricante y a la concentración final del fármaco en la mezcla. La terapia con fármacos con efectos potencialmente necróticos debe realizarse en el hospital, bajo la observación de personal cualificado. El paciente debe ser consciente de cualquier posible síntoma, efecto adverso del propio fármaco o de sus asociaciones. Una respuesta rápida desempeña un papel fundamental en la prevención de las complicaciones a distancia de la extravasación. Desde un punto de vista técnico, deben elegirse venas más gruesas para el lugar de venopunción para la administración de la quimioterapia, evitando la zona alrededor de las articulaciones. En pacientes sometidos a múltiples inserciones, en los que cada inserción sucesiva resulte difícil o en vasos que hayan sido canulados varias veces, debe considerarse una inserción central temporal. Los equipos para la administración de quimioterapia deben ser de la máxima calidad. No deben utilizarse los fabricados con materiales endebles que puedan irritar el endotelio vascular. Además, las agujas, las jeringas, los equipos de transfusión y los recipientes de fluidos intravenosos deben ser compatibles entre sí, de modo que no se produzcan microfugas en las uniones entre ellos. El suministro de fármacos a la vasculatura periférica debe hacerse, si es posible, cada vez a través de una cánula nueva, insertada en un lugar diferente - la pared de una vena pinchada repetidamente se vuelve más débil y más susceptible de dañarse y romperse. Si es necesario insertar dos punciones en rápida sucesión, la vena no debe canularse distalmente al lugar de la última punción. Deben utilizarse apósitos transparentes para asegurar la cánula, lo que permitirá observar dónde ha penetrado bajo la piel. Los quimioterápicos deben administrarse mediante infusión lenta, a un ritmo constante, si es posible tras la inmovilización de la extremidad. Los cambios en el flujo, la aceleración, la desaceleración o la resistencia pueden sugerir una dislocación u obstrucción de la cánula, en cuyo caso debe interrumpirse la infusión. Para minimizar el riesgo de infección por infusión, las actividades en torno al acceso vascular del paciente deben realizarse de acuerdo con los procedimientos vigentes, manteniendo el entorno absolutamente estéril.
Efectos locales de la extravasación
Debe sospecharse la existencia de extravasación si el paciente refiere una sensación de dolor, quemazón, escozor o cualquier molestia en la zona del lugar de administración del fármaco inmediatamente después del inicio o durante o incluso después de la infusión. Además, pueden aparecer hinchazón, enrojecimiento de la piel y ampollas serosas en la zona de administración como primer signo de una reacción inflamatoria local. Se recomienda interrumpir inmediatamente la administración de más fármacos por vía intravenosa, dejando la cánula en su sitio. La cánula no debe retirarse rápidamente; por el contrario, debe insertarse una jeringa desechable y aspirarse lentamente la mayor cantidad posible de la solución del fármaco citotóxico en el vaso o tejido. Para un mejor control de la propagación de la reacción inflamatoria local, la zona de extravasación primaria puede marcarse en la piel (por ejemplo, con un marcador). La cánula se retira sólo después de haber aspirado el fármaco residual del vaso. Debe evitarse la compresión del tejido durante todos los procedimientos para no traumatizarlo aún más. También se recomienda permanecer en posición tumbada, elevar la extremidad e inmovilizarla.
Manejo tras la extravasación
Tras la extravasación de la mayoría de los fármacos citotóxicos, se aplica una compresa fría y seca, ya que la humedad puede provocar la maceración del tejido y una mayor propagación intratisular del líquido de infusión. Además, el potencial tóxico de la quimioterapia se reduce a temperaturas más bajas. Se recomienda repetir la aplicación de compresas frías varias veces al día. Sobre amplias zonas dañadas, se aplican compresas de dimetilsulfóxido al 99% (DEMO) y se dejan secar (sin cubrir) - este agente, como potente antioxidante (también antiinflamatorio), reduce la hinchazón, limita la reacción inflamatoria local, mejora el riego sanguíneo local y estimula la cicatrización de las heridas. El tratamiento de la extravasación de derivados alcaloides del tinte (por ejemplo, vincristina) es diferente. En este caso, se recomiendan compresas secas calientes para aumentar el flujo sanguíneo y diluir el fármaco acumulado en los tejidos. A veces se practican técnicas para eliminar localmente el citostático del lugar de extravasación junto con los tejidos ya dañados y necróticos. Además de lo anterior, pueden utilizarse hidrocortisona, antihistamínicos y, por supuesto, analgésicos.
Complicaciones a distancia
Debe observarse atentamente el lugar de la extravasación. Si se produce ulceración a pesar de las medidas tomadas, el paciente requiere la consulta de un cirujano para evaluar las indicaciones de preparación local de la herida. En caso de necrosis extensa, complicada con infección, se llevan a cabo múltiples procedimientos de desbridamiento y se instaura una terapia antibiótica, a veces en un entorno hospitalario. Por último, para obtener un resultado cosmético satisfactorio, se colocan injertos sobre los defectos tisulares extensos después de obtener cultivos estériles. La intervención ortopédica es necesaria en caso de extravasaciones complicadas o masivas de la zona articular, en las proximidades de tendones y adherencias, que provocan contracturas que limitan la actividad del paciente a largo plazo. Para reducir el riesgo de extravasación, se considera la implantación de puertos vasculares en pacientes seleccionados con terapia a largo plazo, cuando es difícil proporcionar un acceso fiable. Éstos son más seguros que los catéteres periféricos típicos y permiten la administración de múltiples fármacos, incluidos los altamente tóxicos. Se implantan en centros especializados y salas quirúrgicas, normalmente durante hospitalizaciones en el mismo día.