En los últimos años, ha cambiado mucho el enfoque de la sexualidad de los pacientes cardiacos. Los profesionales han empezado a reconocer la actividad sexual como un área importante de la vida de los pacientes. Los propios pacientes se han abierto y es más probable que pidan directamente recomendaciones sobre estas cuestiones. Por último, las recomendaciones para retomar las relaciones sexuales tras un infarto de miocardio también han cambiado, pasando de ser muy conservadoras y aumentar los temores del paciente, a ser mucho más permisivas (casuales). De hecho, resulta que en la gran mayoría de los pacientes cardiacos, el sexo está permitido e incluso se recomienda.
Uninfarto se asocia a un terrible temor por la propia vida. No es raro que un infarto y el tratamiento posterior provoquen modificaciones en el estilo de vida, reevaluaciones y una gran ansiedad sobre cómo será la vida cotidiana en el futuro. No en vano se contrata obligatoriamente a psicólogos en los departamentos de cardiología.
Un área de actividad importante, pero aún considerada vergonzosa, es la actividad sexual. Como a menudo se sigue considerando un tema tabú, los pacientes y los médicos pueden mostrarse reacios a hablar de ello. El sexo se asocia a un gran esfuerzo físico, lo que da lugar a diversos temores sobre la reanudación de las relaciones sexuales tras un infarto. Estos temores son compartidos no sólo por los propios afectados que han sufrido un infarto, sino también por sus parejas.
Este texto pretende abordar algunos de estos temores y ofrecer las recomendaciones existentes en este ámbito.
¿Cómo es el asesoramiento?
Las investigaciones demuestran que la frecuencia de las relaciones sexuales tras un infarto disminuye si el paciente no ha recibido asesoramiento en este ámbito. Probablemente por razones culturales, las mujeres parecen estar más desfavorecidas en este sentido. Se ha demostrado que los profesionales abordan el tema con menos frecuencia con las mujeres que con los hombres. Del mismo modo, la edad avanzada y la inactividad sexual previa fueron factores asociados a la recepción menos frecuente de asesoramiento sexual en este grupo de pacientes.
Mientras tanto, tanto los adultos jóvenes como las personas mayores suelen considerar el sexo como un ámbito importante de la vida. Otros estudios indican que los pacientes esperan iniciativa por parte del médico a la hora de abordar un área tan sensible como la sexualidad humana, ya que temen que hacer preguntas directamente pueda avergonzar al médico o ser percibido como síntoma de un trastorno. Ofrecer asesoramiento en este ámbito encajaría idealmente con la idea de un enfoque holístico del paciente. Por otro lado, existen directrices elaboradas por profesionales sobre estas cuestiones.
En Polonia se están escribiendo libros sobre un campo como la cardiosexología. Por lo tanto, cabe esperar que en Polonia existan centros en los que los pacientes que han sufrido un infarto reciban asesoramiento sobre sexualidad. Si no es el caso, merece la pena que pregunte directamente a su médico o psicólogo para exponerle sus preocupaciones. En caso de duda, una simple prueba de capacidad física verifica la seguridad de una posible actividad sexual.
Prueba de subir escaleras
Contrariamente a la creencia de que mantener relaciones sexuales implica un elevado gasto energético y pone a prueba el sistema cardiovascular, esto no es cierto. Los investigadores han descubierto que la actividad sexual equivale, en términos de gasto energético, a caminar alrededor de 1,5 kilómetros sobre una superficie plana en 20 minutos o a subir rápidamente dos tramos de escaleras en 20 segundos. Si dispone de una prueba de esfuerzo, la actividad sexual puede calcularse como el equivalente a 4 minutos en una cinta rodante según el protocolo de Bruce. Si su capacidad física le permite realizar estas actividades, también puede considerarse seguro volver a mantener relaciones sexuales. Tampoco es necesario adoptar un papel más pasivo durante el coito ni reducir la frecuencia de las relaciones sexuales.
foto: panthermedia
Riesgo de muerte durante las relaciones sexuales
La supuesta necesidad de limitar el esfuerzo durante el sexo es un factor de estrés innecesario no sólo para la propia persona que ha sufrido un infarto, sino también para su pareja sexual, que puede sentirse culpable por expresar sus propias necesidades sexuales o sentir ansiedad durante el propio acto sexual ("¿Y si la mata?").
Aunque los franceses llaman al orgasmo una pequeña muerte, esto no tiene nada que ver con el aumento del riesgo de muerte durante la actividad sexual. El sexo, como cualquier actividad física, va acompañado de cambios adaptativos por parte del sistema cardiovascular. El ritmo cardíaco se acelera normalmente hasta alcanzar unas 115-130 pulsaciones por minuto y la presión arterial aumenta unos 40 mmHg. Los cambios descritos se encuentran dentro de los límites de tolerancia de un organismo sano. Cabe esperar un mayor aumento de estos parámetros y, por tanto, una sobrecarga del músculo cardiaco, cuando se mantienen relaciones sexuales bajo el estrés de una nueva pareja sexual ("¿Me probaré a mí mismo?", "¿Me complaceré?") o de un nuevo lugar.
La disfunción eréctil como señal de alarma
La disfunción sexual es frecuente en los pacientes cardiacos. El tema mejor investigado en este ámbito es la disfunción eréctil. Dado que el infarto de miocardio no es más que los efectos de la hipoxia miocárdica resultante de una obstrucción vascular, parece razonable preocuparse por la aparición en este grupo de pacientes de otras afecciones con factores de riesgo similares, como el ictus. Lo que se recuerda con mucha menos frecuencia es que el mecanismo de formación de la erección también depende de la interacción fluida de los sistemas nervioso y vascular. El diámetro de los vasos de los cuerpos cavernosos del pene es considerablemente menor que el de los vasos coronarios que irrigan el corazón, por lo que la disfunción eréctil puede ser el primer indicador de la necesidad de visitar a un cardiólogo para un chequeo y realizar modificaciones en el estilo de vida. La disfunción eréctil precede a la aparición del dolor en la región precordial en una media de tres años.