La coexistencia de dos trastornos psiquiátricos diferentes al mismo tiempo, aunque los síntomas sean aparentemente diametralmente opuestos, puede ser difícil de tratar: un síntoma determinado del primer trastorno puede afectar al curso del tratamiento y a los resultados del segundo. En el caso del límite, los criterios diagnósticos pueden ser paralelos a los del trastorno alimentario, y los resultados físicos y emocionales de los problemas alimentarios pueden exacerbar el trastorno de personalidad. En este sentido, el modelo alimentario puede convertirse en la plataforma sobre la que se materializan los problemas de personalidad.