La enfermedad de Parkinson es un trastorno degenerativo de las estructuras del cerebro. Suele aparecer alrededor de los 60 años. La esencia de la enfermedad es la deficiencia de dopamina y los principales síntomas son el retraso motor, la rigidez muscular, los temblores en reposo y las alteraciones de la marcha y la postura. Además, pueden aparecer estreñimiento, depresión y trastornos de la deglución y del habla.

Poco a poco, provoca dificultades para realizar actividades cotidianas sencillas como vestirse, comer, moverse y comunicarse.

Uno de los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson son los problemas de articulación, seguidos de una alteración de la fuerza vocal, la melodía y la entonación. Esto se debe a la reducción del tono muscular de la laringe, las mejillas y los músculos faciales y a la disminución de la capacidad pulmonar vital y del impulso del habla.

El habla espontánea puede verse afectada y la elección de palabras también es un problema. Debido al temblor del paladar blando y de los músculos respiratorios, la voz también tiembla y se quiebra.

La disfonía es un trastorno del habla causado por dificultades en la emisión de la voz. Se produce como resultado del funcionamiento anormal de los músculos laríngeos, la alteración de su tono y frecuencia, y la falta de coordinación respiratoria-fonatoria-articulatoria.

Los síntomas de la disfonía incluyen cambios en el timbre de la voz, que puede ser ronca, estrangulada, sibilante, chirriante o apagada. También suele haber problemas con el volumen de la voz, que a veces suena demasiado baja o demasiado alta.

En el curso de la enfermedad, el tono muscular del aparato del habla se altera. El paciente pronuncia entonces las frases con lentitud y falta de claridad, a menudo no termina las frases y tiende a murmurar.