Cuando la temperatura del aire desciende a cero, los mecanismos de defensa de la piel se debilitan, ya que las glándulas sebáceas funcionan peor a bajas temperaturas, la cantidad de ceramidas y ácidos grasos disminuye y la cantidad y composición de los lípidos cambia negativamente. La humedad se escapa entonces rápidamente de la epidermis. Si descuidamos el cuidado de la piel, nos exponemos a consecuencias a largo plazo. La piel se vuelve áspera, inflexible y propensa a la irritación y la sensibilización.
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