En los años 70, la psiquiatría polaca se asociaba principalmente con tres nombres: Kępiński, Dąbrowski y precisamente Jankowski. El profesor Kępiński murió en 1972 y Kazimierz Dąbrowski en 1980. En 1979, Jankowski se marchó a Estados Unidos; afortunadamente, nos dejó sus obras más importantes.
La decisión se tomó por casualidad
Kaziemierz Jankowski nació en Poznań en 1931. En la escuela se interesó mucho por la biología. Junto con un amigo, decidió que dividirían entre los dos el acervo de conocimientos en este campo, de modo que uno se fue a estudiar biología y el otro medicina. Nunca se arrepintió, dijo, pero no quería ser médico. Seguía sintiéndose atraído por la biología, así que tras graduarse se dedicó a investigar la herencia de la inmunidad.
Ambición
El instituto en el que trabajaba no le ofrecía grandes oportunidades de desarrollo. Rápidamente, tras sólo un año, Jankowski decide dejarlo y recibe una oferta para investigar sobre la herencia del comportamiento, en un instituto psiquiátrico, bajo la supervisión del profesor Handelsman. Rápidamente se convierte en el director del instituto y comienza a trabajar con pacientes. Gracias a sus conocimientos de genética, tuvo la oportunidad de contemplar los puntos de vista de los psiquiatras de una forma diferente, un poco desde fuera, sin sucumbir al dogma.
La revolución de los neurolépticos
El inicio del trabajo en psiquiatría coincidió con la introducción de los neurolépticos en el tratamiento de la psicosis. Era un gran avance en el tratamiento y se esperaban resultados asombrosos. Mientras tanto, Kazimierz Jankowski recorría las salas, sentándose en las camas de los pacientes y escuchando sus historias. Empezó a darse cuenta de que un interés genuino por el paciente, un auténtico deseo de ayudarle, tenía un enorme efecto terapéutico.
La atención de un médico es tan importante", concluyó Jankowski, "que le permite reducir las dosis de los fármacos que utiliza y evitar así la aparición de efectos secundarios. Éstos pueden ser muy graves, hasta llegar al síndrome neuroléptico y la muerte.
Doctorado
Jankowski examina los cerebros de pacientes que han muerto como consecuencia de los efectos secundarios de los neurolépticos. Estudió a un grupo pequeño -sólo nueve personas- pero los resultados conmocionan tanto al joven médico que empieza a dudar de la conveniencia de utilizar la terapia neuroléptica, considerándola demasiado arriesgada. Esta investigación (que culmina con su doctorado) y sus observaciones en el pabellón llevan a Jankowski a orientarse hacia la psiquiatría humanista, abogando por una reducción del tratamiento farmacológico en favor de las intervenciones psicoterapéuticas. Podría decirse que éste es el segundo comienzo de su periplo médico.