¡No quiero comer! ¡No quiero!

Los problemas de apetito afectan a todos los niños, en todas las etapas de su desarrollo. Según las estimaciones de los médicos, los niños de entre dos y cinco años son los que más comen mal. Hay que tener en cuenta que, tras el intenso crecimiento de los primeros doce meses de vida, los niños que entran en el periodo comprendido entre los dos y los cinco años se ralentizan. Pero, ¿qué puede provocar la falta de apetito en los niños?

Problemas de salud

Las infecciones, ya sean víricas o bacterianas, provocan una disminución del apetito: el dolor de garganta y los mocos no animan a comer. Los problemas de salud como la anemia, la falta de hierro o las infecciones parasitarias también contribuyen a la falta de apetito y, en consecuencia, a la pérdida de peso. Los problemas con el sistema digestivo también desempeñan un papel importante - las alergias, las intolerancias alimentarias, el estreñimiento y el síndrome del intestino irritable causan una serie de molestias desagradables que el niño puede asociar con comer. Los problemas de tiroides también pueden afectar a la reticencia a comer.

Otros aspectos

¿Qué otras cosas pueden disuadir a un niño de comer? El aspecto poco atractivo de la comida, la monotonía... sí, esto también influye en que el niño quiera comer. Pero, ¿y si el niño se niega sistemáticamente a comer? En el caso de los recién nacidos, los problemas de falta de apetito pueden deberse a problemas de salud o ser consecuencia de una técnica de alimentación incorrecta. En estos casos, merece la pena ponerse en contacto con su matrona, pediatra o asesor de lactancia. En el caso de los lactantes, los problemas suelen surgir al ampliar la dieta, en cuyo caso es aconsejable utilizar la técnica de los pequeños pasos y no forzar al bebé.

Señales de alarma que deberían preocuparle

Hay situaciones en las que episodios prolongados de aversión a los alimentos pueden tener consecuencias graves para la salud. En una situación en la que observe:

Una aversión prolongada a la comida,
Pérdida rápida de peso,
Aumento de la sed,
Micción más frecuente,
Flatulencia, heces blandas, heces con sangre
Cambios en el aspecto de las mucosas del cabello, la piel, las uñas
Somnolencia,
Apatía,
Disminución del estado de ánimo,
Prurito del ano

Si se presenta alguno de los síntomas anteriores, póngase en contacto con su pediatra. Es posible que su hijo esté luchando contra una infección que le esté provocando una falta de voluntad para comer. Pero, ¿qué ocurre si el niño no quiere comer? Además de comprobar que el problema subyacente no es un problema de salud, merece la pena replantearse la "estrategia" e intentar, por ejemplo, diversificar el menú. A veces, incluso un cambio en el aspecto de la comida puede animar a comer: para los niños más pequeños funcionan bien las comidas de colores, los bocadillos con forma de animales o los bocadillos decorados con recortes extravagantes de verduras o queso. Si su hijo tiene comidas favoritas, no renuncie a ellas. En la etapa de reticencia a comer, son los alimentos favoritos los que pueden convertirse en las comidas que su hijo comerá con más ganas.

Es importante que limite los dulces y el azúcar: la ingesta excesiva de azúcar interfiere en la sensación de hambre/saciedad, por lo que también puede faltar el apetito. En ningún caso ignore la reticencia de su hijo a comer. Intente siempre encontrar la causa, lo que hará más fácil responder adecuadamente.

saludnavegador.com

Mi bebé no quiere comer - consejos para madres de niños que comen mal

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