No se puede renunciar por completo a la sal, ya que aporta sodio, esencial para que el organismo funcione correctamente. Sin embargo, consumirla en exceso es perjudicial, por lo que a menudo se hace referencia a la sal como la "muerte blanca". La ingesta diaria de sal no debe superar los 5 gramos (1 cucharadita), incluida la sal que contienen los productos muy procesados listos para el consumo y las especias.
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