Un infarto demiocardio (comúnmente denominado ataque al corazón), es una necrosis que afecta a una zona determinada del corazón, como consecuencia de la oclusión completa o muy extensa de la luz de un vaso coronario.
Puede producirse en cualquier zona del músculo cardiaco (sin embargo, lo más habitual es que afecte a la zona de la pared del ventrículo izquierdo) y suele estar causado por la rotura de una placa aterosclerótica. El infarto suele producirse por la mañana o al mediodía.
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Causas y síntomas del infarto de miocardio
En la mayoría de los casos, aproximadamente el 90-95% de las causas de infarto de miocardio se deben a la rotura de una placa aterosclerótica, que da lugar a la formación de un trombo que cierra el lumen de una arteria coronaria. También se presta especial atención, entre otras cosas, a: la intoxicación por monóxido de carbono, diversos tipos de anomalías valvulares o congénitas de las arterias coronarias y el espasmo grave de las arterias coronarias.
A veces es el primer síntoma de presentación de la enfermedad isquémica. Los síntomas más frecuentes del infarto de miocardio incluyen dolor retroesternal (normalmente en el lado izquierdo del tórax o detrás del esternón, muy a menudo con afectación del hombro izquierdo, el codo, el cuello y la mano) de intensidad y duración muy elevadas (más de 20-25 minutos), que puede estar causado, por ejemplo, por subir escaleras rápidamente, realizar un esfuerzo físico o laboral o una situación de estrés grave). Este dolor se experimenta como opresivo, desgarrador, quemante, sofocante o desgarrador.
A veces el dolor va acompañado de dolor abdominal, náuseas, vómitos, dificultad para respirar, sensación de presión en el pecho, ansiedad y malestar. El dolor no remite tras descansar, tumbarse o tomar nitroglicerina. A veces los pacientes no tienen dolor ni otras molestias. La tensión arterial no tiene por qué ser elevada, puede ser baja o normal (se trata de una cuestión individual de cada paciente). Si se sospecha un infarto de miocardio, es necesario trasladar al paciente al hospital lo antes posible o llamar a una ambulancia.
Infarto de miocardio y stents implantados
Recientemente, ha aumentado el número de procedimientos que implican la implantación de stents. Un stent es un pequeño "muelle" enrollado que se coloca en el interior de un vaso sanguíneo mediante un catéter con balón, y a través del cual es posible dilatar el vaso sanguíneo, mejorar su permeabilidad y el correcto flujo de sangre y nutrientes.
El stent está hecho de una aleación de cromo y cobalto o de acero. El paciente está despierto durante la implantación del stent y se utiliza anestesia local. En primer lugar, tras puncionar la arteria (braquial, ilíaca, radial), se introduce en ella un catéter que termina en un pequeño globo, en cuyo extremo se coloca la endoprótesis. El procedimiento completo dura hasta 30 minutos. Tras la intervención, el paciente es hospitalizado durante 24 horas. La colocación de endo prótesis se realiza muy a menudo en pacientes que tienen obstruidos los vasos coronarios debido, por ejemplo, a la aterosclerosis. También se realiza muy a menudo en pacientes con síntomas de síndromes coronarios agudos, tras infartos de miocardio y en aquellos pacientes que presentan un riesgo muy elevado de sufrir un infarto de miocardio de repetición.
Prueba de la tensión arterial, foto: pantherstock
En los pacientes tras un inf arto de miocardio, una endoprótesis ofrece la oportunidad de dilatar un vaso sanguíneo gravemente estrechado y, lo que es más importante, evita la ruptura de la pared aterosclerótica del vaso. Con la colocación de un stent, se elimina la placa aterosclerótica. Sin embargo, es importante recordar que este procedimiento no protege contra otro infarto de miocardio en un 100%. Es esencial que el paciente cumpla las normas establecidas y que se le comuniquen en el hospital, acuda a las citas de seguimiento y lleve un estilo de vida saludable.