En verano, el sol y el calor son muy importantes para nosotros. Sin embargo, si la temperatura supera los 30-32 grados centígrados, el calor hace que nuestro cuerpo no pueda adaptarse a él (nos sentimos débiles, no tenemos ganas de comer, sudamos, nos cansamos más rápido, se producen desmayos o sobrecalentamientos). El calor es especialmente peligroso para los niños pequeños. Por eso, cuando hace mucho calor, es importante hacer todo lo posible para proteger a nuestros hijos del calor. Si nota algún síntoma preocupante en su hijo después de haber estado al sol, póngase en contacto con su médico. No espere a que los síntomas desaparezcan por sí solos.