No todos los corazones laten con un ritmo uniforme que dé a la vida un carácter medido y ordenado. Aunque nos gustaría que nuestros corazones obedecieran a nuestras cabezas, muchos de ellos viven su propia vida. Hoy en día, ya no creemos que este pequeño músculo sea la sede de los sentimientos y las emociones, pero seguimos hablando de la voz del corazón o de sus ráfagas.
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